Pocas veces son nombrados en el fútbol. A los sicólogos deportivos, generalmente, se les menciona solo cuando los resultados dentro de una cancha no son los esperados. Su presencia se acota a momentos críticos, como los que hoy vive Universidad de Chile.
Es que en la escuadra que entrena en La Cisterna se desprenden de Eugenio Lizama, el encargado de la neurociencia, en uno de los momentos más complejos de la temporada. Justo cuando el equipo de Valencia registra cinco duelos sin saber de victorias. Lizama, quien trabaja a la par con destacados deportistas, como Joaquín Niemann y Nicolás Jarry, dejó la institución hace casi 90 días. Su arribo se produjo por petición de Guillermo Hoyos.
Su salida no pasó desapercibida en el club. Ambas partes, tanto la del profesional como la de la institución, coinciden en que fue una renuncia. No hubo despido. Sin embargo, desde la U aseguran que sus trabajos no dieron los frutos esperados porque la neurociencia solo da resultados en un proceso que dura años. En el club laico, en la mayoría de los casos, los jugadores van y vienen.
Fernando de Paul, el capitán de la U, lanzó la primera alerta. “Creo que fue un error, no sé de quién. De parte nuestra, los jugadores, la verdad es que lo extrañamos”, aseguró el portero. Luego, el hombre que lleva la jineta en los laicos profundizó en su idea: “Eugenio no está más, decidió irse por decirlo de alguna manera, pero creo que lo dejamos ir más que nada. Y en estos momentos no tenemos una persona que trabaje esa parte, el que puede lo hace individualmente”.
Hoy, en la U están sin sicólogo. Si bien en las series menores trabajan profesionales de esa área de la salud, lo cierto es que el cargo en el primer equipo está vacante. Luis Roggiero, dentro de otras funciones, está buscando al personaje idóneo que sea capaz de tomar la responsabilidad.
Entre los sicológos no deja de llamar la atención la decisión estudiantil. No esconden el valor agregado de sumar un profesional de su área a los clubes. Y aseguran que deben encontrar uno en el menor plazo posible.
“Hay dos variables en la vida de un jugador. La primera tiene que ver con el equilibrio de lo personal con lo deportivo y la segunda nos habla de la salud mental y el rendimiento deportivo. O en palabras más simples: saber demostrar en cancha lo que trabajamos en la semana, soportando la presión que eso puede generar”, aseguró el sicólogo deportivo Fernando Azócar.
Rodrigo Cauas, otro destacado sicólogo, se suma. “Generalmente se cree que el apoyo sicológico debe realizarse en la etapa formativa de los futbolistas y esa es una falsa creencia. Todos los cerebros pueden cambiar hasta el último día de sus vidas y si bien, es espectacular trabajar con jóvenes, los adultos también deben ser tratados en forma oportuna”.
Alexi Ponce, quien trabajó durante los últimos meses en Ñublese, cree que no se les valora su aporte real. “Los que toman decisiones creen que lo sicológico no es importante. Más aún cuando a las instituciones les va bien en cuanto a resultados deportivos, porque ellos creen que nuestro trabajo no se nota”. “Nadie dice nada cuando las cosas resultan, pero el trabajo mental es primordial. Se pudo ver en el duelo de Universidad Católica ante Wanderers, pues la fortaleza que mostraron sus jugadores para terminar el partido sin calentarse más de la cuenta es la demostración de que se hizo un trabajo sicológico relevante”, agrega el mismo profesional.
Los tres coinciden en que los laicos deben tener en sus filas a un profesional de este ámbito. No solo por el bien de sus empleados, sino por que hay una normativa FIFA del año 2019 que los obliga. “Pero más que nada, deben escuchar a sus deportistas. Son ellos lo que extrañan el trabajo del colega y nos dicen que entienden que una orientación en este sentido, los va a ayudar a manejar situaciones propias de este deporte”, complementa Ponce.
“Hoy muchos de los integrantes de Universidad de Chile se deben estar preguntando ‘¿qué siento frente a este mal momento?’. Y viéndolo desde fuera, claramente, algo pasó en el clásico, pues la U no volvió a ser la misma desde que cayó con los albos. Algo ocurre que no es futbolísitico. Pero no sabemos cómo han sido las conversaciones internas después de eso o cuál es la relación con las nueva administración. Menos podemos conocer que sienten los jugadores al saber que se acaban sus contratos. Son muchas incógnitas y es poco el tiempo”, analiza Azócar.
¿Un coach será la solución? “No a largo plazo”, responden los tres sicólogos. Cauas detalla: “la cabeza es como un músculo. Si la trabajo solo en algunos momentos, solo me servirá en algunos instantes. En cambio, si la trabajo siempre, tendrá mayor control de la frustración y también mejor asimilación de los éxitos”.
Pero no todos en el CDA están de acuerdo con que hay qué trabajar el cerebro. Mario Sandoval afirmaba el miércoles por la mañana que “en realidad, cuando llegué con el profe Dudamel tuvimos charlas grupales con el sicólogo, pero nunca tuve una relación tan cercana con él, tampoco sabía que no estaba en el club. Si me preguntas, me siento sicológicamente muy fuerte, pero -quizás- algunos compañeros lo necesitan. Si el Tuto piensa que es así, es respetable de su parte. Yo de mi parte nunca he recurrido a eso, creo que no lo necesito”.
Por su parte, la ex figura de los universitarios Mariano Puyol concluye que “estar en la U y jugar fútbol es una motivación tremenda. Los sicólogos son importantes a nivel individual, no grupal. sobre todo cuando hay problemas personales. Para el resto, el mejor sicólogo es el entrenador y los jugadores nunca deben olvidar que tienen capacidades que muchos quisieran poseer y que ningún sicólogo los va a ayudar si no recuerdan esto”.