Christian Garin se va del Challenger de Tampere de la peor forma posible. El tunecino Mohamed Aziz Dougaz, quien figura en el casillero 241 de la clasificación mundial, le estaba propinando una dura derrota. Se había llevado la primera manga por un contundente 6-2 y, después de quebrarle el servicio al chileno, encaminaba la segunda, y el partido, con un contundente 4-0. Había recibido una ‘ayuda’ del ariqueño en el último punto: el juego se cerró con una doble falta. El Tanque salió airado de la cancha. “Me voy a la casa”, se le escuchó decir. Y no se quedó en la amenaza. Efectivamente, se fue. Qué pasó en ese momento por su cabeza, es una respuesta que solo puede dar él.
El presente de Garin es materia de debate. En las conversaciones entre sicólogos deportivos suele salir siempre a colación. Muy pocos se atreven a diagnosticar qué le sucede. Advierten que para eso deben conocer en profundidad tanto al deportista como a su entorno y sus condiciones de trabajo. Por eso, precisan, la visión obedece a lo evidente. En ese mismo círculo, no hubo nadie que no viera lo que había sucedido en Finlandia, la última muestra del pozo del que el tenista aún no puede salir.
La revisión
“Con algunos colegas hemos hablado hemos conversado y es muy raro. Sin conocer lo que le está pasando en la interna, es difícil desconectar lo deportivo de lo sicológico. Uno hace el paralelo con Jarry, lo que le pasó y cómo enfrentó el proceso, con un trabajo de primer nivel mundial y como salió. Y las diferencias están ahí, a la vista”, dice, por ejemplo, el sicólogo deportivo Fernando Azócar, director de PlanSport. El balance continúa. “Muy desde la tele, porque hay que ser respetuoso, se le ve muy confundido respecto de la forma de cómo enfrentar diferentes situaciones. Es un top 50, de ese nivel. Cuanto más puede mejorar, no lo sé, pero no puede estar fuera de los 100. Con la experiencia que tiene y los procesos que ha ido enfrentando, uno pensaría que tiene más herramientas. Ayer fue muy patente en términos de lo que verbaliza, pero no sé si está haciendo cargo de su parte sicológica. Todos opinan que tienen un enfoque mental que no es el más correcto. Eso me genera dudas. No de criticarlo directamente. Ya lleva un par de años. No es de un par de meses. Hace cuatro meses encadenó un par de cosas, recrudece la lesión y le perjudica el avance en el ranking y los torneos”, amplía.
El profesional apunta que no hay dudas de que Garin puede ser competitivo ante los mejores. “Cuando puede fluir en relación a su técnica y su confianza, puede hacer buenos partidos. Lo que le falta es que esa continuidad sea sistemática, que la pueda gestionar para acercarse a ese estado. Porque cualquier situación que sale de su ámbito regular lo afecta. Cuando lo veo jugando su tenis, les puede ganar a los 50 mejores. El problema es que siento que es muy inestable esa dinámica de juego. Eso se avala en el enfoque, en una rutina que me haga saber que las cosas puedan costar, pero que sigo trabajando”, establece. En ese contexto, plantea una diferencia que abarca su ámbito. “Alcaraz, por ejemplo, es un tipo joven, que trabaja con Isabel Balaguer, con un trabajo serio, sistemático, que no depende de un partido bueno o malo. Venía de perder con Djokovic en Roland Garros, en una superficie que no es la suya, empieza perdiendo 6-1 en la final de Wimbledon y nada de eso lo derribó. Siguió creyendo en su juego, en su sistema de trabajo”, expone.
Ahí, radica, esencialmente, la duda respecto de la raqueta nacional. “No sé qué estará haciendo Garin para procesar eso, en un trabajo que incluye lo técnico, lo sicológico, la tolerancia a la frustración, la reconexión. Eso es lo que hacen los tipos grandes. Aceptar lo que ocurre implica identificar lo que está pasando para centrarte en donde toca trabajar. A veces no sé qué estoy haciendo mal y ahí la estrategia es otra: afirmarse en lo que sé que me está saliendo bien. La probabilidad de que me funcione es mucho más alta. Aumenta mucho. Ahí es donde siento que a Garin le falta algo. Hay frustración acumulada, adornos y sombras, lesiones, ranking, sponsors que te abandonan. Esos ruidos hay que hacerlos parte de la ecuación. Y hay que limpiarlos para ver qué te está haciendo daño. Y para trabajar, sintonizarlo con el trabajo. Llevar al deportista a que asuma eso. Eso es lo difícil”, plantea.
La conclusión es categórica. “Que suelte la pataleta mental que tiene. Hay permiso para rabiar, pero un ratito. La obligación está en volver. Que la intensidad no sea tan alta y que demore el menor tiempo posible en volver al trabajo. Los top hacen mucho eso”, concluye.
Alto estrés
Su colega Enrique Aguayo, presidente de la Sociedad Chilena de Sicología del Deporte, enfoca la mirada en la alta exigencia mental que demanda el tenis. Y pone otro ejemplo incluso más connotado. “Es una semana de reacciones. Está la rotura de raqueta de Djokovic, el mejor tenista de la historia, un tipo maduro, que reacciona con un descontrol que le demuestra al rival que se declara incompetente y luego se arrepiente porque sabe que le está dando valiosa información”, grafica.
Aún sin entrar en el análisis específico del caso de Garín, evidencia elementos que permiten sacar conclusiones relativas a la situación del segundo nacional en el escalafón mundial, “Están sometidos a un nivel de estrés altísimo todas la semanas. El deporte de alto rendimiento tiene que ser bien guiado. Es sano cuando es bien guiado. El amateur es mucho más sano en ese sentido. El alto rendimiento pasa la cuenta en lo físico, en las lesiones y, sobre todo en lo mental. Requiere de equipos multidisciplinarios de alta experiencia de apoyo”, apunta.
Luego, derechamente, intenta explicarse el momento que protagonizó Garin en el certamen nórdico. “Me imagino que sintió que estaba en esos días en que ya nada resulta y a lo mejor, en vez de romper la raqueta o tirar un pelotazo que le pudiera dar a alguien, por irse. Más de alguno lo hace. Lo único que puedo interpretar es que estaba con una sensación de ‘ya no puedo más’. No lo sé, porque no lo conozco. Herramientas tiene”, enfatiza.
Más tarde, se enfoca en los caminos de salida para la crisis. “El cómo se sale involucra diferencias individuales. Le haría bien descansar, regalonear con amigos, con la familia, la pareja y empezar de nuevo. Esto es así. Hay que centrar el trabajo en los detalles técnicos e ir de nuevo. El tenis es criminal. No tiene ninguna racionalidad en cuanto a los torneos. El menú ofrece jugar todos los fines de semana. Si el cuerpo técnico estima que hay que hacer ajustes, los van a hacer”, insiste.
Otra vez, a modo de conclusión, Aguayo apela a la primera línea del deporte blanco para ejemplificar. “Hace dos meses, Nadal dijo que para volver necesitaba recuperar la confianza. Si Nadal dice eso o Djokovic rompe su raqueta… Son respuestas normales en cualquier persona. Nosotros nos fijamos en Garin porque es compatriota, pero al 90 por ciento le pasa. Es llamativo salirse de la cancha, pero es una expresión de estrés, de impotencia en un deporte cuya organización es muy exigente. Ahí los cuerpos técnicos juegan su partida de ajedrez”, cierra.
Alexi Ponce, presidente de la. Asociación de Psicología y Coaching Deportivo de. Chile, también especialista en el deporte de alto rendimiento, coincide. “El alto rendimiento tiene esas situaciones en que una persona se enfrenta con las expectativas. Un mecanismo es el escape, la huida, pero no es la mejor ni se puede repetir. Es parte de las cosas que hay que trabajar, enfrentar. Entregarles herramientas, estrategias de enfrentamiento. A veces hay que modificar mi emoción. Hay un rival que también está tratando de hacer las cosas bien”, estima.
“Alcaraz lo acaba de reconocer. No sé si el trabajo sicológico hace la diferencia, pero ayuda”, apunta. En esa línea, llama al optimismo. “Con un buen diagnóstico, Garin tiene salida. Tiene que hacer el diagnóstico para hacer el entrenamiento de lo que corresponda, si es físico, técnico o sicológico. La intervención tiene que ser en esa área. Si tengo un problema en el estómago, no voy a ir al oculista. Acá es lo mismo”, sentencia.