"Queremos que a nuestras hijas las exijan"
Tres semanas después de las denuncias de malos tratos y excesos de cariño formuladas contra Achondo por varias de sus ex gimnastas, este sigue ejerciendo como si nada. Las apoderadas de sus actuales alumnas están tranquilas. Lo apoyan y defienden sus métodos.
Es martes en el Centro de Entrenamiento Olímpico de Santiago y está atardeciendo. Cuatro mujeres convocan a La Tercera frente al lugar donde se ejercitan las jóvenes atletas del Club Andino, el equipo de gimnasia artística dirigido por Cristian Achondo (65). Éste es hoy el principal centro de operaciones del formador chileno más exitoso de la disciplina. También del más polémico, que sigue ejerciendo como si nada, tres semanas después de las gravísimas acusaciones realizadas a este diario, algunas de ellas en manos de las autoridades, por parte de algunos de sus ex discípulos, acusándolo de maltrato físico y psicológico así como de excesos de cariño. La Federación chilena sigue muda, el COCh se desentiende porque sostiene que se trata sólo de una denuncia para los medios y los padres de algunas de sus actuales alumnas ponen la mano al fuego por sus métodos. Eso sí, no quieren fotos en un encuentro que coordinan por iniciativa propia, tampoco ser identificadas. Tras mucho debatir entre ellas y tras entender que una muestra de apoyo ante un caso tan grave pierde consistencia si es anónima, algún apoderado acepta ser reconocido por el nombre de pila: son Lady, Edith, Ximena y Jocelyn (acompañada de su marido, Cristian), madres de las actuales gimnastas de Achondo.
"Nosotros como club no nos podemos referir al tema de las denuncias por dos cosas puntuales. Uno, porque no fuimos testigos de lo que sucedió; y segundo porque no se ha presentado ningún documento que valide esta situación. Nosotros ni dudamos, ni creemos; solamente podemos hablar de cuál es el trato que han recibido nuestras hijas con Cristian Achondo", asegura, de forma introductoria, Edith, madre de una de las siete menores que se ejercitan a las órdenes del técnico en un club en el que tan solo dos deportistas -Franchesca Santi y Verena Droops-, cuentan con la mayoría de edad.
"Si es que existe una investigación cabal con pruebas, donde esté la PDI, donde haya algún informe, podríamos empezar a dudar, pero las palabras se las lleva el viento", ahonda Jocelyn, madre de otra de las niñas.
"Hay una denuncia que está durmiendo, que no se concretó, y a mí no me preocupa que la Federación no diga nada. Me basta con lo que he visto, con el trato, con lo que vi en el cumpleaños de Cristian. ¿A qué entrenador sacan de adentro con los ojos cerrados? Ellas hicieron todo un tema con su entrenador, como fue acusado, y yo lo viví con ellas. Estuve ahí, vi a Cristian emocionado, fue una instancia súper linda que no todo entrenador llega a vivir. No todas las niñas tienen ese apego a sus entrenadores, no todas tienen la cercanía que Cristian genera. A mi hija nadie la tiene obligada acá, ella está por gusto", proclama Lady, la progenitora de la alumna más joven de Achondo, de sólo ocho años, que asegura haber estado presente en todos y cada uno de los entrenamientos de gimnasia de su hija.
Para las apoderadas del Club Andino, la frontera que existe entre la exigencia propia del alto rendimiento y el maltrato verbal o sicológico es tan tenue que puede ser malinterpretado. Así lo explica Ximena, cuya hija lleva dos años ejercitándose a las órdenes del controvertido entrenador: "Nosotros tampoco esperamos que a nuestras hijas les digan: 'oye, mijita, usted tírese de aquí porque va a poder sacar esto, y capaz que si usted aprieta las piernas y pone acá…', no. Nosotros queremos que las exijan, y que saquen lo mejor de ellas. No estamos en contra de que los entrenamientos las reten, en que sean exigentes. No queremos decir: 'es que la gimnasia, es que con niñas, con mujeres', no. Hay cosas que son extremas y hay otras que son normales y están dentro de lo normal que exige el alto rendimiento. Y en las competencias, además, hay todo un tema de adrenalina porque todo se demuestra en menos de un minuto".
Pese a la gravedad de las acusaciones que pesan sobre el formador de 65 años, la fe que muestran las apoderadas en el técnico es absoluta. "Cristian ha tenido por lo menos 3.500 gimnastas. Entonces, de 3.500, que dos o tres den testimonios de este tipo, requiere una investigación más amplia. Si estuviera involucrado al 100% en todas las acusaciones, ¿con qué cara vendría al otro día a entrenar a un grupo de niñas que ya leyeron la noticia?, ¿con qué cara vienes a presentarte acá y seguir como si nada? Desde el minuto en que lo conocemos, ponemos la mano en el fuego por él, absolutamente", sentencia Edith.
Y prosigue: "Cuando yo le entregué la noticia a mi hija, que tiene 10 años, le dije, mira: 'Lee todo lo que aparece acá de Cristian y me das tu opinión'. Y lo primero que me dijo fue: 'Esto es mentira. Esto no es así. Este no es Cristian'. Y lo otro, comentario de una menor, que si tú a los veintitantos años estás con una crisis de pánico en una viga, en una competencia internacional, representando a Chile, no sirves como gimnasta".
"Las declaraciones posteriores de Achondo las hizo desde la rabia. Pero con esa misma pasión que en ese minuto fue transferida en rabia en su respuesta debido al ataque, él defiende a nuestras hijas. Jamás hemos visto ningún toqueteo ni ninguna mano que esté cruzando el límite de lo correcto y no tenemos absolutamente ningún temor de dejar a nuestras hijas con Cristian", asegura Edith. Y culmina: "La mayoría de las niñas que tiene Cristian, no las ha buscado; son nuestras niñas las que han pedido entrenar con él. Y para que no sean tildadas como las gimnastas del acosador, queremos decir que no tenemos ningún antecedente de que ninguna de nuestras hijas hayan sido ni abusadas, ni maltratadas, ni violentadas por él".
Y Lady, cuando cae la noche en Ñuñoa, finaliza: "Mi hija lo dice: 'lo vamos a seguir donde sea'".
Achondo se mantiene ileso de las sombras que sobrevuelan su pasado. Las madres de sus actuales alumnas lo apoyan en todo.
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