El mundo se paralizó por primera vez en estos Juegos Olímpicos, para aplaudir a Simone Biles en la final por equipos de la gimnasia.
Pero el planeta terminó ovacionando a Angelina Mélnikova, la rusa que opacó a la presionada representante de Estados Unidos y que coronó con una medalla de oro la carrera que comenzó a sus seis años.
Nacida en Voronezh en el inicio de este milenio (18 de julio de 2000), su padre agricultor y su madre abogada querían que se dedicara al ballet. Pero ella prefería andar saltando y jugando por la casa antes de ir a clases de baile y eso hacía reír mucho a su abuela. La misma que buscó otra forma de canalizar la energía de la niña y un buen día la inscribió en un gimnasio para que comenzara a practicar la rutinas que ahora la consagraron en Tokio 2020.
Sin embargo, los inicios de Mélnikova en el deporte no fueron fáciles, Entre el colegio y el entrenamiento, no le quedaba tiempo para sus juegos y eso a ella no le gustaba. Además, tuvo que lidiar con un fuerte e inexplicable dolor de oídos y sólo su admiración por Victoria Komova la hizo seguir adelante en este deporte.
Sus inicios en el equipo ruso
A los once años, Angelina es reclutada por los entrenadores de Moscú y dos años después ganó el torneo que busca nuevos talentos en su país. Fue tan espectacular su presentación que fue integrada de inmediato a la selección rusa y el 2014 deslumbró a Europa, ganando su primera competencia continental.
Claro que no todo lo que brilla es oro y doce meses después, tuvo su primera decepción cuando una caída la dejó en el segundo lugar del Campeonato Juvenil de Rusia y quedó quinta en las barras desiguales.
El profesionalismo
Melnikova, al contrario de lo que pasa con otras niñas, comenzó su carrera profesional sin grandes traumas e hizo su debut internacional en la Copa Mundial de Stuttgart, donde ganó el oro por equipo. Luego vino el campeonato europeo, donde también obtuvo el oro para Rusia, y en julio de ese año ganó la copa de su país.
Logros que le valieron a esta amante de la lectura y de la pintura una nominación a sus primeros Juegos Olímpicos. Brasil 2016 estaban a la vista, pero Simone Biles le arrebataría el protagonismo y la medalla de oro por equipos.
Quizás por lo mismo, ella vivió una descompensación emocional que la alejó de su nivel habitual. Pero luego vendrían dos años de competencias a nivel europeo y mundial que aumentarían su colección de medallas. Y también mostrarían su amor por la música latina, ya que durante el 2018 usó en sus rutinas de suelo el hit de Luis Fonsi y Daddy Yankee: Despacito.
Claro que eso no fue lo único que ocupó su tiempo, pues la gimnasta creó su propia pyme y comenzó a diseñar y vender las mallas para sus colegas. “Todavía está en una etapa temprana. Por ahora, es más un proyecto nuevo que un negocio real. La costurera está creando los leos, los gerentes están a cargo de la promoción. Mi papel en la producción es que se me ocurra diseño”, contestó cuando le preguntaron por este emprendimiento. El mismo que la motivó aún más para entrenar con el objetivo de derrotar a Biles en Tokio 2020 y al menos por ahora, lo está logrando.