Herbert Aceituno es una de las estrellas que llega a Santiago 2023. El levantador de potencia adaptado está listo para competir en los Juegos Parapanamericanos a sus 37 años. Viene con el antecedente de haber hecho historia en Tokio 2020, cuando consiguió la medalla bronce, primera en la historia de El Salvador en los Juegos Paralímpicos.
Su historia siempre ha estado ligada al deporte. Sin embargo, antes de dedicarse a esto, su familia pensó que partiría casi al nacer. Fue diagnosticado con hidrocefalia y le dieron tres días de vida. El haber podido superar los momentos complejos es algo que el deportista atribuye a la fe. “Cuando el médico le comentó a mis padres sobre mi condición, mi mamá, que es muy evangélica, comenzó una cadena de oración gigante por mí. Ella encontraba esperanzas en Dios y confiaba en que si yo tenía o no una oportunidad de aprovechar la vida, sería según su voluntad”, expresaba en diálogo con el sitio oficial de Santiago 2023.
Llegó al levantamiento de potencias casi de casualidad. Aceituno ha dicho ser muy aficionado al fútbol. Un día de lluvia, con un amigo, optaron por entrar a un gimnasio en vez de irse a la cancha. Ese simple acto generó un vuelvo en su vida. “Me empezó a gustar cada vez más, hasta que le agarré el hilo, e ir se convirtió en un hábito. Después me invitaron a participar de un campeonato, estaba nervioso porque nunca había hecho nada frente al público, pero salí tercero. Quedé contentísimo, motivado y me di cuenta que si me dedicaba más juiciosamente a esto, podía tener grandes cosechas”, contó.
En Lima 2019 fue el deportista paralímpico revelación, ya que ganó el oro sin aparecer en los candidatos previos. “Yo admiraba a las personas que estaban ahí, pero tenía la decisión de demostrar mi garra. Entonces, por un lado era extraño, porque estaba con gente reconocida, pero por el otro sabía que podía destacar. Además, si en algún momento perdía la confianza, estaba mi entrenador, quien me dio el impulso a confiar”, expresó.
“Luego de ganar el oro, la satisfacción me inundó, saber que todos los sacrificios que estaba haciendo se veían recompensados es una sensación incomparable. Saber que estaba mi familia ahí para verme triunfar es algo que le agradezco inmensamente a Dios, en quien puse mi confianza antes de competir. Los resultados serían su voluntad y eso me dejaba más tranquilo”, agregó.
Después vinieron los Juegos Paralímpicos y la consagración definitiva. La medalla de bronce en Japón lo posiciona como una de las estrellas que llega a la capital de Chile. “Hicimos historia, demostrando que las personas con discapacidad son igual de capaces que los atletas convencionales. Tokio me enseñó que, cuando los para atletas aprovechamos las oportunidades, podemos lograr cosas grandes. Hay mucho potencial ahí afuera, las personas solo deben atreverse a hacerlo”, dijo.
En Santiago busca repetir sus últimas actuaciones, pero también poder tener recuerdos de una gran competencia. “Quiero disfrutar la experiencia, vivir la fiesta del deporte al máximo, compartir con otras personas que viven con mi misma pasión este mundo. Se nota que es un evento muy bien organizado, lo puedo notar”, reconocía.