Matías Soto alcanzó por segunda edición consecutiva la final del dobles en el ATP 250 de Santiago. El año pasado, junto a su compañero, el brasileño Thiago Seyboth Wild, cayeron en tres parciales ante la dupla italiana conformada por Andrea Pellegrino y Andrea Vavassori. Pero esta vez la final tuvo dos condimentos especiales. El primero, que cambió su pareja, ahora lo fue el también brasileño, Orlando Luz.
Pero sin duda lo más llamativo fueron sus rivales, los chilenos Tomás Barrios y Alejandro Tabilo, quienes a la postre se quedaron el torneo sin mayores complicaciones en dos sets (6-2 y 6-4). A pesar de los buenos resultados a sus cortos 24 años, en más de una ocasión ha debido extremar esfuerzos para continuar con el sueño tenístico.
Soto es un joven tenista copiapino nacido el 27 de abril de 1999. Actualmente ocupa el puesto 175º del ranking en dobles, mientras que en singles es el actual 634º del mundo. A los 23 años se graduó de Relaciones Públicas y Administración de Empresas gracias a una beca en la Universidad de Baylor, Estados Unidos.
Durante su estadía en Norteamérica aprovechó la oportunidad para competir en la National Collegiate Athletic Association (NCAA), donde incluso se enfrentó a jugadores que a la postre terminaron metiéndose en el top 100º o 200º de la ATP, por lo que significó un gran aprendizaje para él.
En 2022 tuvo su mayor salto en la clasificación individual, pues solo en dos meses pasó del lugar 1.040º al 528º, esto gracias a grandes actuaciones durante ese corto periodo de tiempo, como los títulos obtenidos en el M15 de Quito y el M25 de Portoviejo. Pero su mejor posición la alcanzó el 17 de julio de 2023 cuando puesto 523 de la ATP.
A pesar de que hasta el momento no es poseedor de ningún título ATP, su rápido ascenso le ha valido para que el capitán del equipo chileno en Copa Davis, Nicolás Massú, lo haya nominado en al menos tres ocasiones, aunque aún no ha conseguido disputar ningún partido.
Camino difícil
Pero lo cierto es que el camino para el oriundo de Copiapó no ha sido para nada fácil, pues en más de una ocasión ha tenido que realizar campañas por internet e incluso hacer clases de tenis en su ciudad para costear todo lo que conlleva ser tenista profesional, para lo cual ha sido clave el rol de su familia. “Obviamente desde que empecé a competir me he estado moviendo por todos lados; mi familia también y se ha obtenido alguna ayuda, pero el tenis es un deporte caro, para el que se requiere mucho dinero para hacer las cosas bien; para viajar bien, tener buenos entrenamientos... Y esto no para. Lo que se consigue ahora, se gasta mañana, y así vamos”, declaraba aquella vez.
Si bien en su momento reconoció que le “dolió un poquito” no recibir una invitación para sumarse al cuadro principal del torneo capitalino, le sirvió para poder enfocar todas sus fuerzas en la categoría de parejas, lo que sin duda tuvo sus frutos al alcanzar por segunda vez consecutiva la final del torneo.
Posterior al triunfo en cuartos de final reveló cuál es su gran sueño por el que decidió embarcarse en este deporte “Estoy tomando el dobles más serio que antes. Tengo grandes expectativas; quiero seguir jugando en duplas, pero todavía soy singlista (…). Me gustaría, por qué no, jugar un Grand Slam. Es un gran sueño que tengo. Estoy más cerca en dobles, pero es un sueño”.