"Este título desde el desierto africano se va de nuevo para Chile y es algo que realmente me llena de orgullo".

Las palabras son de Pablo Quintanilla y tienen mucho de alegría, algo de revancha y otro tanto de alivio. Porque sufrió ayer el chileno. Antes de partir la última etapa del Rally de Marruecos los jueces se le acercaron y le informaron que los 42 minutos que le habían descontado de su tiempo el domingo, se los volvían a sumar. Así no más.

Aquel paso por el agua, donde casi se ahoga, y que era por culpa del mal dibujo del roadbook por parte de los organizadores, ya era parte del pasado. Pero eso no les importó; a una jornada, a minutos, de terminar la competencia, el chileno recibía ese tremendo peso en su mochila, que le significaba no salir a administrar el liderato de la fecha que tanto le había costado conseguir para quedarse con el título mundial, sino que le obligaba a encender la calculadora. Desde el noveno puesto de la clasificación general debía ponerse a sacar cálculos.

"Fue una semana muy dura. Después del incidente en el río en la segunda etapa, la carrera se me puso muy difícil, sumándole a esto la decisión del jurado de devolverme el tiempo perdido ahí y luego quitándomelo. Pero nunca perdí el foco ni mi objetivo de ir por el campeonato. Corrí de la misma manera desde el primer día hasta el último y estoy más que contento por mi rendimiento", analizó más tarde el piloto oriundo de San Antonio.

Es cierto que a la jornada de martes en Marruecos no había llegado el británico (afincado en el desierto asiático) Sam Sunderland ni el portugués Paulo Gonçalves, sus escoltas en la temporada. Ambos sufrieron más que nadie del desierto magrebí y abandonaron tempranamente la carrera.

Pero eso no quiere decir que no haya habido competencia. Sí quedaba con vida el argentino Kevin Benavides, quinto en la clasificación anual y otro posible campeón. Con más opciones aún, ahora que Quintanilla partía el día bajo el transandino en la general del rally.

Todo eso, antes de correr. Pablo Quintanilla se posicionaba en el partidor con un desierto enfrente y un día complicado en las previsiones. A los pilotos les esperaban las dunas de Merzouga. Fueron 163 kilómetros de una primera especial y otros 8.650 metros de cronometrada para cerrar con pequeños cerros de arena al norte de Erfoud.

Allí, la la administración del día fue fructífera. Quintanilla fue cuarto en la etapa, finalizó el Rally de Marruecos séptimo y con eso pudo aguantar el ataque de Benavides, sexto ayer, segundo en la semana y subcampeón del mundo. El monarca es, por segundo año, Quintanilla.

"Estoy más que feliz por el bicampeonato. Hice una buena carrera, me sentí fuerte, seguro, tomé buenas decisiones y supe mantener la cabeza fría y el profesionalismo a pesar de las penalidades. Le agradezco a Husqvarna por darme la mejor moto. Ttambién a mis compañeros en el equipo. A mi amigo Pierre Renet por apoyarme desde la recuperación en su casa. A la familia y a los chilenos", agregó.

El Dakar en la mira

Estaba feliz el chileno. Una vez finalizada la carrera, cuando le confirmaron la corona y en la premiación misma también. Pero el cross country no termina con esto. Tal vez sí se acabó la temporada, pero no el camino al más importante de los desafíos: el Dakar 2018.

"Ahora quiero ganar el Dakar, es mi sueño y trabajaré para eso", señala a La Tercera Quintanilla desde Marruecos. Desde ahora y hasta el 6 de enero la concentración será máxima con la mira puesta en la prueba que pasará por rutas de Argentina, Bolivia y Perú.

No participará en más carreras, aunque sí entrenará duramente en España, en noviembre, y en Marruecos, en diciembre. Porque aunque ayer cumplió un sueño, un sueño doble, en enero puede consagrar su carrera.