Cuando Edmundo Olfos confesó a eldeportivo el problema que sus dirigidos debieron superar para conseguir el éxito del que hoy gozan, nunca imaginó lo que vendría después. "(Tuvimos que) aprender a comer; si se bebe, que sea para una ocasión especial y muy poco, evitando todo tipo de destilados; evitar las drogas sociales, la marihuana, porque ahora hay doping (…) Así, de a poco, el jugador se fue haciendo competitivo a nivel internacional", fue parte de su testimonio.

Incluso fue más allá. Consultado por uno de los líderes de esta selección, el forward Ignacio Silva, se abrió para ejemplificar cómo este cambio de mentalidad influyó en la vida del tercera línea, aludiendo a que dejó atrás un pasado de excesos, "con alcohol y drogas", para reposicionarse como deportista.

Sus palabras causaron revuelo. Stade Français, ex club de Silva, exigió las disculpas públicas y su renuncia, Chile Rugby y Olfos las emitieron, y Silva y su familia se mostraron conmocionados. Sin embargo, algunos aseguran que lo que el entrenador hizo fue, en parte, profundizar en un síntoma que por años ha afectado a la ovalada nacional.

Y es que en el rugby, así como en muchos deportes amateur, el sentido de club es en buena medida pertenecer a una familia, una cofradía. Martes y jueves entrenando en la cancha, varios días de la semana en el gimnasio y decenas de horas de concentración para el partido, son los esfuerzos al que la gran mayoría se somete para jugar los fines de semana. Lo que ocurre después, en el tercer tiempo y sus posteriores tertulias, es parte de una liturgia con la que históricamente ha cargado el deporte.

"Lo que hizo Longa (Edmundo Olfos) es contar un secreto a voces. No fue la forma, porque dio nombres y apellidos e involucró a un club, pero en Chile antes existía esa idea de que durante la semana te sacabas tanto la cresta que después, en el tercer tiempo, te merecías una cerveza. Muchas veces no era una, sino dos o tres litros. Después de un partido, vi a gente tomando, fumando… Eso ocurría, pero era algo social. Ahora, al menos, ya no sucede en el alto rendimiento". Quien habla es Carlos Morandé, periodista y recordado ex primera línea de Los Troncos y la selección chilena. Su voz es autorizada para hablar del tema.

Para Morandé, aquí el asunto es especial. A diferencia de otros países, hasta hace poco que en Chile se vivía una especie de catarsis en la celebración pospartido. Eso está cambiando. "Habían muchos excesos, no te lo voy a negar, y esto lo digo a título personal. Pero hace mucho tiempo que los clubes están cambiando eso. Ahora se comenzó a trabajar más en la familia, a integrar a los padres, a las mujeres, para que todos compartan un tercer tiempo. Obviamente, aquí cada quien es libre y claro que hay algunos que se juntan en sus casas a hacer asados o para ir a la disco y tomar", cuenta.

En Stade Français, en cambio, tomaron como una ofensa lo dicho por Olfos. "Tratar de inculpar a alguien puntual, a un grupo, un club, por lo que le pasó a una persona, es peor. Stade tiene ramas y escuelas deportivas, profesores y apoderados, y en ese ambiente hay muchos jóvenes que se han formado en el club. Esto que él denota en sus declaraciones no tiene nada que ver con la realidad que se vive aquí", dice Jaime Ossandón, presidente de la rama de rugby de los del gallo.

En cuanto a sus terceros tiempos, asegura que el alcohol es solo ocasional. "Los terceros tiempos es una tradición de muchísimos años. Después de haber jugado te permite compartir con tus rivales y con tus compañeros, tener una conversación con ellos, reírte, comerte algo, tomarte una cerveza, una bebida, pasar un buen momento, en términos absolutamente normales. Se acercan las familias, las pololas, las señoras. No tienen cabida otras cosas", agrega.

En muchos casos, para evitar cualquier problema y, sobre todo, para llevar a sus jugadores a un nivel más profesional, es que se ha suprimido la presencia de alcohol pospartido. Troncos es uno de ellos. "Nosotros recibimos equipos que vienen de Santiago o Viña y deben regresar después de jugar. Por eso, tratamos de atenderlos rápido y muy bien. Les ofrecemos un plato de comida, además de jugo o bebidas. Nuestro capitán da los agradecimientos al cuerpo de árbitros y al equipo rival, deseándoles un buen retorno. Esto generalmente no dura más de una hora. No tenemos bebidas alcohólicas, pero en algunos casos ofrecemos cervezas", reconoce Juan Carlos Rodríguez, presidente de Los Troncos de Concepción.

Aunque es cierto que la tradición del tercer tiempo ha ido mutando, pasando a realizarse prácticamente sin alcohol en la mayoría de los clubes de Chile, la historia de Silva no parece tan particular. "Te diría que cada club tiene casos parecidos al del jugador Silva, el problema es que ahora se hizo público", reconoce Morandé. En una sociedad que, según el Estudio Nacional de Drogas en Población General realizado por Senda en 2017, ha aumentado en un 215% en consumo de marihuana (14% del total de la población), y mantiene un 46% de consumo de alcohol habitual, el problema va mucho más allá de un deporte en particular.

"Créeme que es difícil quitarle, además de todo lo que ya le quitas a un jugador, el carrete. Al final, tuvimos que cambiar el estilo de vida. Y cuando lo hicimos, nos dimos cuenta de que sí podíamos competir", dice Olfos. Por ahora, el rugby comienza a dar su real paso al profesionalismo. No se trata del pago por jugar, sino de asumir un cambio de mentalidad para continuar cosechando hazañas.