Unos 12 mil hinchas de Colo Colo se congregaron ayer en el estadio Monumental. Los albos realizaron el tradicional Arengazo, la última manifestación de aliento masivo previa al Superclásico, al menos en Macul. Un número parecido se espera para hoy, a las 10 horas, en el Estadio Nacional para el Banderazo que los hinchas de Universidad de Chile rendirán al equipo de Kudelka. El rito es el mismo, pero ninguno quiere adoptar la denominación que le da el rival.

¿Por qué surgen los arengazos? Bernardo Guerrero, profesor de Sociología en la UNAP, entrega su análisis. "Lo que ha ocurrido es que los macro proyectos políticos han fracasado, ya no existen. La gente todavía tiene una necesidad de creer, de estar junta, de aferrarse a algo. El fútbol y el rock son los únicos elementos que juntan a la gente. De ahí nace este discurso mesiánico 'por el club muero'", sostiene. Y en el caso específico del fútbol, agrega más elementos. "Hay una estructura lúdica que tiene que ver con el nombre del club, una idea metafísica. El fútbol no es racional, lo que no es igual a que sea irracional. El hincha es no racional, porque si bien pierde plata y tiempo, busca en el fútbol y recibe otro tipo de gratificaciones".

Los banderazos comenzaron a realizarse entre 2007 y 2008. En esa época, los clubes cerraron las puertas de sus entrenamientos. Como la medida generó problemas en los sectores aledaños a sus sitios de práctica, se optó por sistematizarla. Al club que los alberga, la intendencia respectiva le exige medidas de seguridad adicionales. "El Banderazo o Arengazo no se autorizan", enfatizan en el gobierno. Una de las últimas exigencias específicas, en la gestión de Claudio Orrego, fue prohibir que el Banderazo y el Arengazo se realizarán en horarios coincidentes, para evitar enfrentamientos en las calles, la locomoción colectiva o el Metro. También se estableció que no se pueden realizar el día previo en el estadio que albergará el partido, para evitar la internación de elementos prohibidos por ley.

Estos actos no están considerados como parte del fútbol profesional, sino como un hecho conexo, según la ley de derechos y deberes relativas a este deporte. Por esa razón, por ejemplo, no existen controles de identidad para el ingreso a este tipo de eventos. Eso sí, un hincha que cometa delitos (ya sea en el recinto donde se desarrolla, en un medio de transporte o contra una propiedad privada) se expone a una sanción adicional: además de la que recibe como parte del Código Penal, también se le castiga con el derecho de admisión en los estadios. De hecho, entre los seguidores que tienen prohibido entrar a los partidos hay un alto número de encausados por delitos o faltas en banderazos y arengazos.

"Este tipo de actividades son especiales. Hay controles, pero no tan exhaustivos como en los partidos. Hay un ambiente positivo, adrenalina para los jugadores. Son manifestaciones, pero deberíamos poner más cuidado en el futuro para evitar situaciones peligrosas", dice el presidente de Blanco y Negro, Gabriel Ruiz Tagle.

El perfil de quienes acuden a los banderazos es más o menos claro. Se trata de fanáticos jóvenes, cuyas edades fluctúan entre los 15 y los 25 años. Hay presencia de barristas que viven en torno a sus clubes, pero la mayoría son estudiantes o empleados en oficios poco formales, que no tienen exigencia horaria. También hay una fracción que sacrifica sus intereses personales para participar del rito. "Algunos piden permisos administrativos o hasta licencias médicas", dice un fanático albo que participa fielmente de la actividad.

Los hinchas asisten en grupos, que nacen en sus respectivos barrios: los llamados "piños". En otros casos, las afinidades surgen al compartir una localidad específica en cada encuentro. Guerrero delimita las características del fanático que va al Banderazo o al Arengazo. "Fundamentalmente son jóvenes con oficios precarios o flexibles, que tienen esta posibilidad de ir. Los que piden días son los menos. Su perfil yo lo llamo 'hincha peregrino', tomando en cuenta de que el fútbol hoy se toma como religión. Tiene la lógica de una fiesta religiosa, de un ritual popular de apoyo. De una religión popular", consigna el profesional.