Un nuevo capítulo de una de las rivalidades más grandes en la historia del deporte se vivió esta mañana en París. Rafael Nadal y Roger Federer animaron una de las semifinales de Roland Garros, en la versión número 39 de una batalla que prometía grandes emociones. Sin embargo, todo se vio algo desvirtuado por un incómodo invitado: el viento, que no dejó que ambos hicieran siempre lo que quisieran, sino lo que pudieran.

Pese a ello, ambos ofrecieron un espectáculo digno de dos leyendas, maravillando al público que llegó a la Philippe Chatrier. Tiros espectaculares y puntos trabajados con mucha inteligencia fueron el sello de la jornada, en la que el español fue el que tuvo mayor claridad en los momentos clave, lo que le permitió imponerse por 6-3, 6-4 y 6-2, en dos horas y 25 minutos, y avanzar a la final para ir en busca de su duodécimo título en la capital francesa.

Ya en el primer juego, que duró siete minutos, se vieron las intenciones de ambos. Un Rafa intentando desgastar al suizo, quien a su vez buscó tomar la iniciativa, tratando de definir lo más rápido posible los puntos. En el game siguiente, el mallorquín logró el ansiado rompimiento bajo un fuerte viento, que por momentos superó los 53 kilómetros por hora. Sin embargo, el helvético devolvió la gentileza en el quinto, pero sin poder sostener su saque en el siguiente, víctima de las terribles ráfagas que afectaron mucho su juego en ese lado de la cancha.

Nadal supo aprovechar mejor las adversas condiciones para sacar adelante su servicio y cerró el primer parcial, en 55 minutos, con un espectacular tiro cruzado que dejó sin opciones a Federer.

Pero el suizo no estaba dispuesto a entregarse tan fácilmente. Logró un quiebre en el segundo juego, pero no pudo sostener su saque en el siguiente. Ambos, en ese momento, apelaban a la creatividad de sus tiros para salir de las cada vez más complejas ráfagas.

El momento que definió el set se produjo en el noveno game, cuando FedEx dejó ir un 40-0. Rafa nunca dejó de luchar y aprovechó para lograr el quiebre que sentenciaría el capítulo -y también el destino del partido-, en 51 minutos.

La ventaja de dos sets acentuó la motivación de Nadal y profundizó la frustración de Federer, quien tras perder su servicio en el tercer juego, lanzó una pelota hacia las tribunas, lo que le valió una advertencia, algo poco común en él. Una imagen elocuente del bajón anímico que vivía. Para ese momento, el pupilo de Carlos Moyá le sacaba filo a su revés cruzado, un tiro que hizo sufrir demasiado a su adversario.

Un nuevo quiebre en el quinto game encaminó el desenlace del partido y le dio la vigésimocuarta victoria a Nadal frente a Federer. Además, le permitió retener el número dos del mundo, a la espera de conocer a su rival, que saldrá del partido entre Novak Djokovic (1°) y Dominic Thiem (4°).