El encuentro de Rafael Nadal (Manacor, 33 años) con EL PAÍS tiene un doble episodio. Recibe primero con nocturnidad, poco después de haber elevado su duodécima Copa de los Mosqueteros, que acompaña reluciente a un costado la conversación. Y emplaza de nuevo a la mañana siguiente, en el céntrico hotel de París en el que se hospeda siempre, cerca de la Torre Eiffel. Ha dormido bien, la celebración ha sido controlada. En ambos momentos viste un pantalón corto y se le ve feliz, relajado después del enésimo éxito. Llega este después de un periodo más difícil de lo que muchos se imaginan.
Sinceramente, ¿se veía hace un mes y medio en esta situación?
No, pero si seguí adelante fue porque creía que podía llegar a estar hasta aquí, porque de lo contrario hubiese tomado otro camino. Hay momentos en los que hay que tomar decisiones y todos sabéis lo que me ha ocurrido en los 18 últimos meses. Si al tema de la rodilla, que me ha ido dando problemas, le vamos sumando todos los extras que me han ido pasando, son demasiadas cosas. En un momento dado, uno va tirando hacia adelante, pero llega un punto en el que tocas fondo, porque es frustrante no tener la capacidad de entrenarse ni de competir lo que uno necesita para estar al nivel necesario.
¿De qué magnitud fue el bloqueo mental?
Después de Indian Wells tuve un bajón importante y dentro de mi cabeza había varias alternativas. Una de ellas era parar durante una temporada para ver si se me regeneraba un poquito el cuerpo y dejábamos de ir de lesión en lesión; la otra era seguir adelante, pero había que hacerlo con otra dinámica, porque había entrado en una espiral negativa y no veía la luz.
¿Cuál fue el punto más crítico?
Necesitaba un cambio de chip y eso no se produce de cero a cien. Aquella noche en Barcelona, después de ganarle a Mayer como le gané, toqué fondo. Entonces me prometí que hasta aquí: me dije que iba a estar con la actitud y la energía adecuadas, aceptando los problemas para poder competir bien en la gira de tierra. Para mí jugar en Madrid, Barcelona, Roma o Roland Garros es la parte más bonita del año, y desde esa promesa que me hice a mí mismo avancé. He conseguido hacer de ese proceso lo que yo visualizaba, valorando las pequeñas mejoras de cada día. A partir de ahí se ha conseguido llegar a un nivel muy alto. Fui dando pasos importantes desde que jugué contra Thiem en Barcelona y luego di el definitivo en Roma.
Después de salir de esta última, ¿se ve capaz de todo?
Yo nunca me he visto capaz de todo. Estoy feliz de haber conseguido algo que es muy especial, y claro que el camino que se ha hecho no es solo para dejarlo ahí, sino para continuarlo. Pero tengo que ajustar el calendario y algunas cosas con el equipo para tratar de estar bien en los torneos que quiero estar bien, y a partir de ese planteamiento intentaré darme opciones en Wimbledon. Después, ya veremos lo que ocurre.
¿En algún momento dejó de valorar el mérito de lo que ha conseguido?
No, yo no. Nunca he cometido ese error. Sí que es verdad que en algún momento la gente daba casi por hecho el ganar y eso es peligroso. Es cierto que hace tiempo que eso no ocurre, desde 2015, porque ahí ya desapareció esa sensación, pero yo siempre he valorado cada torneo que he ganado, aunque es evidente que algunos me han hecho más ilusión que otros.
Carlos Moyà, su técnico, dijo que nunca le había visto tan bajo anímicamente. ¿Es así?
Estaba con pocas ganas, porque otra vez tenía otra pequeña roturita en el tendón de la rodilla y eso supuso otro tratamiento, dejar de jugar tres semanas. Después tuve que empezar otra vez poco a poco, pero con dolor, porque esa es la realidad. Y no es que te pase eso y empieces como si nada, perfecto, no. Jugaba con dolor y eso es complicado. Yo nunca me cansé de sufrir en lo tenístico, en la pista, pero llega un momento en el que uno está cansado de sufrir cosas continuadas. Al final, llega un momento en el que tener dolor es cansado. Y cuando digo esto hablo más allá de la vida deportiva, hablo de la vida real. Tener dolor continuamente es duro. Uno va acumulando dolor, dolor y dolor durante muchos meses, y si encima cuando te recuperas de una entras en otra… Pasé un momento anímico bajo. Necesitaba hablar con el equipo y pensar. Necesitaba encontrar mi fuerza interior para seguir adelante. Fui capaz de hacer una reflexión adecuada.
En esos periodos, ¿llega uno a sentirse alguna vez solo?
Yo nunca me he sentido solo en ningún lado. Tengo a mis amigos de toda la vida, los mismos desde los tres años, y está mi equipo, que es prácticamente el mismo de siempre. También tengo también una familia que es de Manacor, y en los pueblos la vida es distinta que en las grandes ciudades. Yo tengo contacto con mi familia a diario, así que nunca me he sentido solo. Lo que sí ocurre es que en un momento dado, lo que yo vivo, yo siento y por lo que yo paso, lo hago solo yo, con lo cual necesito la ayuda de la gente que me conoce bien y me quiere. Siempre he estado muy bien asesorado y muy bien acompañado.
Este año ha ganado en París de modo rotundo. ¿Con qué se queda?
Yo creo que he hecho muchas cosas bien y casi ninguna mal. ¿Si me preguntas si he sacado bien? No he sacado increíble, pero he sacado bien, y en momentos importantes he hecho puntos con el servicio; el revés ha estado muy bien durante todo el torneo y el drive también; la movilidad otra vez ha estado bien… Influye el hecho de haber podido jugar cinco semanas sin retirarme. Eso es lo que le da confianza a tu cuerpo, el poder correr y desplazarse sin miedo. Cuando vas acumulando parones uno tiene miedo y no va con confianza hacia la bola, y el hecho de poder enlazar cinco semanas te aporta seguridad.
Ha sorteado numerosas situaciones difíciles. ¿Cómo lo consigue?
No lo sé… Lo que yo creo es que ni cuando gano todo es increíble, ni cuando pierdo todo es nefasto. Emocionalmente soy una persona más o menos estable, con momentos mejores y peores, claro, pero no soy de ir ni muy hacia arriba ni muy hacia abajo. Estoy en un término medio que me ayuda habitualmente a aceptar las cosas negativas que van ocurriendo y también las positivas. El hecho de no elevarme me ayuda mucho a poder seguir haciendo cosas positivas, porque al final mantengo un perfil lógico y normal. Respeto al deporte, al rival y a la competición, porque al final sales ahí, y puedes ganar o puedes perder. A partir de esa aceptación, se encara todo de una manera más adecuada.
En alguna ocasión mencionó que no se estaba valorando demasiado las tres semifinales de la gira. ¿Ha llegado a sentirse cuestionado? ¿Cree que el trato de los medios es correcto?
Muy bueno. Por norma general, creo que el trato que he recibido ha sido muy bueno, y yo también he intentado tener un comportamiento adecuado como para recibirlo. He intentado no poner malas caras ni tener actitudes inadecuadas, ni dentro ni fuera de la pista. Siempre me he sentido muy respetado por los medios. Lo que dije en Madrid es que quizá, para los periodistas era poco el llegar a las semifinales, y que para mí, en ese momento en el que estaba, significaba mucho. No era un reproche hacia la prensa en ningún caso. Lo que dije es que se ha hecho una normalidad de ganar 11 veces en Montecarlo o en Barcelona, y este año se pierde en las semifinales y parece un drama. Era una forma de decir que, en un momento difícil y a pesar de todos los problemas, había llegado a tres semifinales. He sabido valorar las pequeñas victorias y entiendo que en el marco global de lo que la gente pueda esperar de mí pudiera parecer poco, pero para mí no lo es.
Dice sentirse preparado para afrontar un declive, pero, ¿está el aficionado preparado para verle algún día no ganar?
Yo creo que sí, siempre habrá campeones, o eso espero. Supongo que sí lo estará, y si no lo está se va a acostumbrar… A los mejores de la historia, en cualquier faceta, les llega su día, como me llegará a mí. Conmigo ha habido varias veces que parecía que iba a llegar, y al final no ha llegado. Sigo aquí. Cuando llegue el momento llegará, y la gente lo aceptará al igual que lo ha aceptado con todos.
Este año se casa. ¿Hasta qué punto le dolió la filtración de la boda?
A mí personalmente no me hizo ningún daño. Lo que ocurre es que se habla mucho de todas esas cosas. He leído que yo tenía un enfado tremendo y… la verdad es que no. Son cosas que intentamos mantener en privado y que salen. Pues vale. A mí, que salgan, en el fondo me da igual. Yo no tengo ningún inconveniente en que salga lo de la boda y se haga público, no hay ningún problema. El tema es que después todo se convierte en un circo. Estamos acostumbrados a las redes sociales y a que los medios, con desconocimiento de causa, publiquen cosas que no tienen ningún sentido ni son verdad en ningún caso, y además luego nadie se retracta. No me ha causado ningún dolor de cabeza.
Hace un año, aquí en París, pedía públicamente elecciones. ¿Satisfecho? ¿Cómo ve ahora el mapa político?
Es una situación convulsa, porque ha habido varias votaciones en un espacio corto de tiempo. A mi modo de entender, para que funcionen las cosas debe haber una estabilidad, y nos ha faltado esa estabilidad por varias razones. Ahora se ha votado y hay un ganador, pero que necesitará de pactos, supongo. Lo que se tiene que conseguir es que haya una responsabilidad general de pensar en España y los españoles, más que pensar en beneficios personales de los propios partidos. En estos momentos en los que vivimos ya no es un tema de un partido o dos, porque ya hay muchos partidos que han entrado en escena y hay que entenderse y llegar a acuerdos por el beneficio de todos.
Habla de nuevas fuerzas. ¿Considera que España está muy partida?
Los extremos no son buenos en la vida, ni de un lado ni de otro. Yo creo que la forma de avanzar en esta vida es, principalmente, con respeto y tolerancia hacia lo que dicen los demás. En este sentido, estamos en un país donde hay diferentes culturas y diferentes idiomas, y para que las cosas funcionen debemos amarnos como país, con nuestras diferentes formas de vivir y de entender las cosas, y respetarnos. Estamos en un mundo en el que todo tiende hacia la unión, más que a la separación. No creo que porque ahora haya diferentes partidos o ideas las cosas puedan ser peores, porque se puede llegar a pactos que antes no se podían conseguir, ya que solo había ideas muy concretas. Lo único que hay que hacer es ejercer la responsabilidad y mirar hacia adelante.