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Todo equipo, sin importar división, debe estructurar su campaña en alguna fortaleza propia y no en la debilidad ajena. Poderío ofensivo, solidez defensiva, oficio, talento individual, etcétera.

Esto permite reafirmar la convicción y desandar el camino cuando la brújula parece extraviada. Volver a la base que te da seguridad es parte del ser humano.

Sin ir más lejos la Universidad de Concepción basa su campaña en su rendimiento como local donde sólo ha perdido un partido (frente a O'Higgins) de los doce que ha disputado en el bellísimo Ester Roa Rebolledo. En contrapartida ¿Dónde está el sustento de la U? Pregunto porque sigo escuchando a jugadores y cuerpo técnico decir que el equipo sigue en la pelea.

Sinceramente, ¿puede la U optar a un título jugando así? No ¿Es real pensar que la U es candidata por sobre Calera, Antofagasta o la misma Universidad de Concepción? Definitivamente, no.

Escuchar las declaraciones de los azules puede resultar tan engañoso como leer encuestas, donde cada uno las interpreta a conveniencia según su particular sesgo, casi matemático, de manera de sentirse en ventaja o por lo menos dando la pelea. La realidad muchas veces está a años luz de esto y un ejemplo de eso fue el partido de ayer. El hecho de ser un grande hace mucho tiempo dejó de ser una ventaja competitiva y quizás sea ese uno de los grandes problemas de la Universidad de Chile hoy en día. Se desvive pensando como pillar a la UC sin antes reparar todos los sistemáticos errores individuales que comete partido a partido.

Lo del primer tiempo de ayer fue un ejemplo más que Kudelka ha sido incapaz de ordenar y consolidar una línea defensiva confiable. En ataque, salvo Soteldo, no hay mucho más donde urgar.

La motivación de jugar al ritmo de la hinchada aparece como conveniente y tentadora, salvo que dura poco. Dura hasta que el equipo rival te quita la pelota y te convierte la cancha en un potrero que no puedes abarcar tu solo. Confiar sólo en el desequilibrio de Soteldo termina siendo insuficiente y tremendamente injusto con el venezolano.

Claro, porque al final del día lo miran a él como el culpable de la falta de gol sin reparar en toda la estructura ofensiva azul. La U por momento quiere atacar (y ganar) como sea. Sin estructura, sin pausas y sin levantar la vista. La U corre y mucho, pero corre mal.

Pasan los partidos y el discurso se repite: "Somos candidatos", "pelearemos hasta el final", "los árbitros nos castigan demasiado". La autocrítica está, pero la sensación de realidad no. Jugando así, con suerte está para terminar en posición de Copa Sudamericana. Del título ni hablar.

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