Cuando Joaquín Niemann embocó un quíntuple bogey en el hoyo ocho de The Open, el pensamiento generalizado fue que sería el fin del chileno. Tres bunkers consecutivos en esa fatídica bandera lo dejaron cinco sobre par en la general y moralmente dañado.

Pero ahí, en el momento más complejo de su semana (y quizás de su temporada) el genio volvió a aparecer. No solo no sumó más castigos en la segunda ronda, sino que consiguió cuatro birdies que lo hicieron volver a la igualdad con el campo en el tablero general y quedarse con la 11° mejor marca del torneo.

“Desde el día de práctica se me complicó ese hoyo ocho...después fue difícil, pero traté de decirme que tenía que volver lo más rápido posible al estado en que estaba antes. Venía jugando increíble y un solo hoyo no me iba cambiar cómo afrontaba los otros tiros. Estoy orgulloso de la forma en que peleé la vuelta. Queda mucho golf por delante”, reflexionó el talagantino tras el final de su ronda.

Queda con un valioso par en la general, porque en un torneo complejo como el último major del año, las tarjetas bajas están siendo una rareza. Solo 13 de los 154 jugadores han quedaron sin un balance sobre la exigencia del campo después de 36 hoyos.

Aquello también se ve reflejado en que este viernes el corte quedó en seis golpes sobre par, una cifra alta que ni estrellas como Bryson DeChambeau (+9), Viktor Hovland (+10), Rory McIlroy (+11) y Tiger Woods (+14) lograron superar.

El líder momentáneo es el irlandés Shawne Lowry, quien llega al sábado con una tarjeta de -7, a dos golpes de distancia de sus perseguidores más cercanos, los ingleses Daniel Brown y Justin Rose.