Ricardo Gareca hace caso omiso a las reprobaciones. Cuando llegó a la banca, se acercó a sus colaboradores y levantó sus manos saludando al público que estaba en la tribuna pacífico. Algunos hinchas lo insultaban. Otros le aplaudían tibiamente. El Tigre sin generar consensos. “Si tengo que hablar de Chile, tengo que decir que me tratan muy bien. Las críticas son razonables, las acepto, pero en todo lo demás, perfecto”, había dicho en la antesala del compromiso ante Brasil. Aunque también sabía que se exponía a una prueba: “No soy de salir mucho en este momento. Paso más en el departamento y en el trabajo. A veces el termómetro me indica que es difícil en este momento. Soy respetuoso del momento”, reconoció.
En el Estadio Nacional, se puso de pie apenas Darío Herrera hizo sonar el pito para dar comienzo al partido. A los dos minutos tuvo su gran alegría de la jornada. Eduardo Vargas abría la cuenta y la Roja vencía a Brasil. Sin embargo, el Tigre no festejó demasiado. Celebración mesurada y diálogo con sus ayudantes. Era una victoria personal para un entrenador que en las últimas semanas ha estado enfrentado con los medios de comunicación. “No me molestan las opiniones. Si hay alguien capacitado son los que estamos en el fútbol. No son técnicos. Lo respeto. Hay que ser director técnico, pero sí uno puede opinar, pero yo no puedo debatir con ustedes, porque no saben lo que es estar en un vestuario con jugadores”, había dicho. Ahora, Turboman anotaba. La presencia del ariete en la titularidad ha sido una de sus decisiones más cuestionadas. El del Atlético Mineiro le respondía.
A medida que el primer tiempo avanzó, y Brasil fue haciéndose de la pelota, Gareca se empezó a preocupar. Se rascaba la cabeza e impartía instrucciones. Uno de los más retados era Thomas Galdames. El técnico lo llamaba para hablarle de cerca, pero también le gritaba. Cuando el primer tiempo finalizaba y llegó el empate del Scratch, el gesto fue de resignación.
Discusiones constantes
En el complemento, el DT llamó más a sus colaboradores. El Tigre apuraba a los jugadores suplentes que estaban haciendo el calentamiento. El primer elegido fue Lucas Cepeda. Antes de hacerlo ingresar, en el cuerpo técnico mantuvieron una conversación de cinco minutos, reunidos a un costado de las bancas. Luego del ingreso del hombre de Colo Colo, Gareca tuvo un intercambio con Sergio Santín. A diferencia del primer tiempo, ahora era normal ver a todos los ayudantes conversando con el entrenador.
También se vio a un Gareca más inquieto. Quizás preocupado por la premura de sacar un buen resultado en un partido que tuvo un momento favorable para la Roja. Por eso, le recriminó fuertemente al cuarto árbitro las demoras en los cambios y algunas determinaciones del juez principal. En los últimos minutos, luego de una ocasión clara errada por Darío Osorio, el estratega caminaba de lado a lado en su zona delimitada. Con un Estadio Nacional que, como no le había tocado en su proceso, intentaba levantar a un plantel que mostró mejoras, pero que sigue lejos de la zona de clasificación mundialista con la derrota agónica.