Casos similares. Caminos paralelos pero con un final idéntico. El 9 y el 10. Otra vez muchos se apresuraron. Al 9 lo metieron en el féretro antes de maquillarlo. Aguantó burlas y críticas anticipadas. Era más fácil esperar su debut antes de poner la lápida. Su caso es como el de Jorge Valdivia, el 10, donde muchos le presagiaron el fin de su carrera antes que se pusiera la camiseta.

Mauricio Pinilla, el 9, volvió a la Universidad de Chile después de 10 años y con 33 en el cuerpo. "No es un ídolo del club", "se va a derretir rápido", "no aguantará el ritmo", "se va a lesionar en la segunda fecha", "viene a jugar sus últimos meses", "no terminará el torneo", escuché de todo. De varios flancos le dispararon y Pinilla calló. Silencio correcto, necesario e inteligente. No tenía que responder suposiciones. La réplica debía ser con la 9 en la espalda y no detrás de una mesa. Eso hizo. Estamos en diciembre y es el mejor del equipo, no tengo dudas. Muy cerca en su nivel está en Lorenzo Reyes, pero Pinilla ha sido concluyente. Le restregaron desde el primer día el fantasma de Felipe Mora (a pesar de ser muy diferentes en su juego) y terminó como goleador del equipo. Si hacemos el ejercicio comparativo con sus pares de la selección, su relevancia en el torneo de transición es claramente más distinguida. Su contribución, midiendo solo este período,está por sobre Gonzalo Jara, Johnny Herrera y Jean Beausejour.

Conversiones de modos distintos: a Colo Colo después de un córner; frente a O´Higgins anotó de zurda y de taco en el área chica; a Everton luego de un giro que lo finalizó con derecha y posteriormente con un penal; contra Palestino también de penal y con un disparo de zurda entrando al área. No solo en esa faceta ha sido clave. Sin marcar ante la Universidad de Concepción fue influyente. Participó en el desarrollo de la búsqueda ofensiva junto a Ubilla y Zacaría. Con mucha movilidad, sin ser un nueve estático, ni paralizado en su zona, contribuyó en los tres goles del equipo. Si lo sacan del área se mueve sin disgusto a los costados o se engancha para conectarse con la línea de volantes.

No fue solo el hombre marketing como injustamente lo encasillaron, no fue solo un gancho para vender entradas y no regresó para morir en su primera competencia. Pinilla regresó para ser el más sobresaliente de un equipo que aún no brilla. Otro cachetazo más para los que pensaron que el 9 y el 10 se hundirían en la orilla.

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