Hacía mucho tiempo que una definición por el título en el Dakar no generaba tantas expectativas. Un minuto y dos segundos separaban tan solo al líder de la general del segundo clasificado en la categoría de motos a falta de la disputa de una sola etapa. La última.
Toby Price lideraba la tabla acumulada, pero Quintanilla llevaba días planeando el último asalto, el ataque final a tumba abierta, el golpe perfecto. Disponía de 112 kilómetros de dunas para arañarle 64 segundos al reloj del australiano y convertirse en el primer piloto chileno en auparse a lo más alto del podio en la disciplina de las dos ruedas. "Mi objetivo está claro, voy a luchar haciendo lo que sea necesario hasta cruzar esa meta y poner el nombre de Chile en lo más alto", había llegado a publicar el propio Quintanilla en las redes sociales un día antes de la última especial. Pero en apenas 10 kilómetros, el sueño del sanantonino comenzó a truncarse hasta terminar totalmente enterrado en la arena.
Un salto temerario a toda velocidad desde la cima de una duna y una mala amortiguación cuando casi podía divisarse aún por el espejo retrovisor el bivouac de Pisco, dio al traste con toda la estrategia. Una caída dramática, inoportuna, tremenda, que hizo perder al piloto -quien pudo retomar la ruta en un esfuerzo titánico, inmenso- ocho minutos en el primer punto de control; más de 12 en el segundo; y la segunda posición del podio en la línea de meta.
Tan estremecedora era su imagen, completando en soledad el recorrido luego de dejarse 19'44"en el último mar de dunas del Dakar 2019 para después descender cojeando de su Husqvarna, que la exhibición realizada por Price para adjudicarse su segunda corona en motos había pasado de pronto a un segundo plano; también, lamentablemente, el fantástico cometido del iquiqueño José Ignacio Cornejo, el segundo motociclista más veloz de la última jornada de la prueba.
Pero la pesadilla de Quintanilla (32 años), que por sus problemas en el antebrazo derecho y su más que posible fractura del tobillo izquierdo tuvo que ser ayudado a subirse de nuevo a la moto para completar el enlace a la capital, no había concluido todavía. En una decisión insólita, la organización del Dakar decidía acoger la queja presentada por Sam Sunderland (penalizado con una hora por conducta antideportiva la jornada anterior) devolviéndole su tiempo y desplazando del podio al chileno. Y hurgando aún más, de paso, en la herida abierta de un piloto valiente, devorado ayer por el riesgo y las dunas.