No son los casi 40 mil chilenos que llegaron a Río de Jaineiro para asistir a aquel recordado duelo ante España, el 18 de junio de 2014. Sin embargo, se hacen notar como si fuesen un número parecido. Las principales calles de la ciudad fueron invadidas en los últimos días por la Marea Roja, anticipando con sus cánticos y vítores la definición del grupo ante Uruguay, de este lunes, en el mítico Maracaná.

"¡Llegó papaaaaaaá, llegó papá, llegó papá!", fue el grito preferido de los aficionados una vez instalados en Río de Janeiro, sacándole chapa al bicampeonato continental, frente a la curiosa mirada de los brasileños y de los turistas de los distintos países que pululan por la tradicional ciudad.

Ayer, por la tarde, los aficionados se reunieron en gran número para dar un último aliento al equipo, con banderas, cánticos y fuegos de artificio. Y en las calles, una procesión interminable de camisetas rojas y de la mayoría de los equipos del fútbol chileno, que son las más numerosas en todos lados de la ciudad. "¡Y ya lo ve! ¡Somos locales otra vez!", resonó con fuerza hasta la madrugada.

Si la alegría en la Marea Roja era notoria, la molestia en el cuerpo técnico chileno también. Copacabana debía regocijar el buen momento de la Selección tras las dos victorias frente a Japón y Ecuador, pero terminó echándolo a perder. El hotel y lugar de entrenamiento fueron los culpables.

Primero fue el cambio en la estadía del plantel. En Río de Janeiro, el seleccionado concentraría en el Hotel Sheraton Leblon, pero un desprendimiento de tierra, que llevó al cierre de la calle del recinto, terminó con Chile hospedándose en el Hilton de Copacabana, situado en una de las zonas más concurridas y bulliciosas de la ciudad. Y la llegada al lugar, el sábado en la tarde, fue caótica y peligrosa: con escasas medidas de seguridad y a través del frontis, pese a los centenares de personas apostadas fuera del edificio.

Sin embargo, lo peor llegó este domingo. Para entrenar, a la Roja se le asignó el estadio Nilton Santos de Botafogo, también ubicado en un sector de Río conocido por su inseguridad.

El nivel de las luces no fue el mejor. Chile entrenó casi en penumbras, lo que enfureció a Reinaldo Rueda y Carlos Velasco, PF de la Roja. Sebastián Moreno, presidente de la ANFP, debió realizar gestiones para solucionar el problema.

Para colmo, la apertura del campo de entrenamiento permitía que cualquier espía uruguayo registrara los planes de la Selección, lo que terminó por colmar la paciencia del cuerpo técnico nacional.

Miembros de la delegación confirmaron a La Tercera la molestia por el hotel, así como por el lugar de entrenamiento. Los hinchas disfrutan, pero el plantel suma dolores de cabeza.

Incidentes con la policía

Pero pasadas las 21.00 de Río de Janeiro, cuando ya el permiso por alentar a la Selección había terminado, los ruidos y ocupación de las calles cariocas continuaban como si nada. Fue por ello que la polícia, superada ampliamente en números por los fanáticos chilenos, actuó para repeler a algunos  fanáticos más radicales.

Fue allí donde se produjeron algunos incidentes, donde varios chilenos denunciaron violencia injustificada por parte de los policías. Lanzaron gas lacrímogeno (a algunos directo al rostro), golpearon con bastones y empujaron a varios.