River Plate: F. Armani 5; G. Montiel 4 (74', C. Mayada, 4), J. Maidana 5, J. Pinola 4, M. Casco 4; L. Ponzio 3 (58', J. Quintero 5), E. Pérez 5, E. Palacios 4 (94', J. Álvarez 4); I. Fernández 5 (111', B. Zuculini 4), G. Martínez 6; L. Pratto 5. DT: Marcelo Gallardo 6.

Boca Juniors: E. Andrada 4; J. Buffarini 5 (111', C. Tevez 4), C. Izquierdoz 5, L. Magallán 4, L. Olaza 4; W. Barrios 3, N. Nández 5, P. Pérez 4 (89', F. Gago 3); S. Villa 4 (96', L. Jara 4), C. Pavón 3, D. Benedetto 5 (62', R. Ábila 4). DT: Guillermo Barros Schelotto 4.

Árbitro: Andrés Cunha (Uru) 3, amonestó a Ponzio, Fernández, Maidana, Casco (RP), Pérez, Barrios, Tevez (BJ). Expulsó a Barrios (BJ) a los 92' por doble amarilla, tras dura falta sobre Palacios.

Goles: 0-1, 44', Benedetto define de derecha ante la salida de Armani; 1-1, 68', Pratto recibe a la entrada del área y cruza un derechazo seco; 2-1, 110', Quintero clave un zurdazo seco, que deja sin reacción a Andrada; 3-1, 120+2', Martínez corre 50 metros sin marca y define con el arco vacío.

Estadio Santiago Bernabéu. Asistieron 62.682 personas.

El marcador global fue 5-3 para River Plate.

Lo que no parecía tener fin, ahora nadie quería que acabara. Porque la caótica y desvirtuada final de la Copa Libertadores tuvo todos los ingredientes de una gran final, con emociones de principio a fin, y con un campeón, en este caso River Plate, que terminó justicieramente consagrándose campeón. El cuadro millonario venció a Boca Juniors por 3-1 en el tiempo suplementario (4-3 en el global) para alzar su cuatro trofeo continental de su historia, el segundo bajo el ciclo de Marcelo Gallardo.

La final interminable tuvo un cierre espectacular. Atrás quedaron todos los problemas y situaciones controversiales, para dar paso a un partido frenético, a ratos bien jugado, en otros anteponiendo el corazón. Todo para dignificar un cierre de Copa espectacular.

Arrancó mejor Boca. No se dejó sorprender por el planteamiento del rival, que ubicó a cinco mediocampistas intentando tener el balón. Sin embargo, pese a tener tiempo para pensar y distribuirlo, River Plate no supo qué hacer en los últimos metros. Así, le facilitó la tarea defensiva a los xeneizes, que dispuesto siempre para jugar de contragolpe, aprovechaban cada pérdida de millonaria para hacer daño. La velocidad de Villa, con más poder de resolución que en la ida, fue un dolor de cabeza permanente para la defenda de la banda sangre.

En esos pasajes del primer tiempo, Pablo Pérez tuvo dos pelotas sueltas en el área rival para desnivelar temprano el marcador, pero en ambas no tuvo el poder de fuego que se requiere en esa zona de la cancha. La que sí tuvo Benedetto, quien en la primera que dispuso con ventaja clavó un golazo digno de la final. Una habilitación precisa y preciosa de Nández le permitió al Pipa encarar a Maidana, desparramarlo con un enganche de derecha y luego no tuvo problema para definir ajustado a un palo ante un desolado Armani.

En el epílogo del primer tiempo, Boca encontraba premio a su mejor disposición, pero sobre todo a su mejor lectura del partido, entendiendo además que no podía permitirle a River disponer espacios por las bandas.

Marcelo Gallardo, quien vio el partido desde un palco en el Bernabéu, movió rápido sus piezas para el complemento y ajustó una posición que resultaría clave. Nacho Fernández, quien no había gravitado en el lapso inicial, se ubicó casi como segundo centrodelantero, para pivotear junto a Pratto. Esa sola respuesta futbolística del técnico millonario cambió el transcurso del partido. De entrada, el mediocampista formado en Gimnasia armó una doble pared a la entrada del área boquense, pero su remate se fue apenas desviado. Fue el primer aviso de que River tenía ahora otro plan de ataque.

Boca no entendió cómo sostener la mínima ventaja, salvo agrupando a jugadores cerca de su área. Pero la acumulación no fue suficiente para frenar el vendaval que se le aproximaba. Otra movida clave para la reacción fue el ingreso del colombiano Juan Fernando Quintero, quien ubicado como volante por la derecha comenzó a alimentar a Pratto y le dio a Nacho otro socio para generar fútbol. Justamente, aquella sociedad armó la jugada del empate, que encontró a Pratto sin marca en el área para clavar un derechazo al segundo palo, ante un Andrada que estaba fuera de foco.

A partir de ahí, todo fue para River, que contó además con una mejor condición física, que a la postre resultó clave para afrontar el tiempo suplementario. Porque mientras los mediocampistas millonarios se movían con y sin balón para generar espacios, los xeneizes iban cayendo en el piso acalambrados. Pablo Pérez no pudo acabar siquiera los 90 minutos antes de tener que salir por una lesión muscular producto del esfuerzo físico. Nández terminó jugando gracias a su enorme corazón, pero estuvo casi 35 minutos cojeando visiblemente de su pierna derecha. Por si fuera poco, Wilmar Barrios salió expulsado apenas comenzó el alargue, lo que le dio al equipo de Gallardo una ventaja clave para lo que venía.

El área de Andrada comenzó a ser visitada asiduamente por los delanteros de River, que buscaban incansablemente la forma de no llegar a los penales. Y en ese asedio permanente, Quintero armó una jugada por la derecha, recibió el centro a la entrada de la medialuna y clavó un zurdazo impresionante, que dejó casi sin reacción a Andrada. River ya sentía que la Copa era suya, aunque Boca en los últimos minutos tuvo un par de chances para igualar. De hecho, Jara estrelló un derechazo en el palo. Pero el Piti Martínez, el mejor jugador millonario de toda la Copa, liquidaría la historia con un carrerón soñado, para definir sin arquero, poner el 3-1 final y dejar la Copa en la vitrina del club. Salud, campeón.