El plan de adaptación de la Roja a la altitud está en pleno desarrollo. El pleno del equipo que dirige Martín Lasarte trabaja en Calama con miras al encuentro frente a Argentina y, de reojo, proyecta también el de Bolivia. De hecho, el discurso oficial del traslado del partido frente al equipo de Lionel Scaloni a la ciudad minera siempre ha sido que la decisión se tomó para llegar en mejores condiciones a La Paz. El trabajo partió en Santiago e incluso en Europa con el paso de los futbolistas por cámaras hipobáricas. Ya en el norte, con una logística que incluyó el traslado de equipamiento desde la capital hasta el hotel de concentración, los jugadores pisaron el césped del estadio Zorros del Desierto y empezaron a experimentar in situ los cambios que se producen respecto de las condiciones que se producen a nivel del mar.
A Roberto Navajas, el preparador de arqueros de la Selección, le corresponde trabajar con Claudio Bravo, Brayan Cortés y Sebastián Pérez, los tres guardametas que consideró Machete. El puesto es, habitualmente, obviado en las menciones respecto de las variaciones que se producen en el juego e incluso en el desgaste físico. El español, quien conoce a Bravo desde la época en que trabajaron juntos en la Real Sociedad, aborda la temática con El Deportivo. Desde su primera definición, hay aspectos técnicos a los que se les debe prestar atención. “La diferencia está obviamente en la presión atmosférica, que afecta en la recuperación que puedan tener los futbolistas, en la capacidad de recuperarse después de esfuerzos de alta intensidad y, obviamente, en el balón, que sale más rápido y planea mucho más. Son cosas que hay que tener en cuenta y que aunque se trabaje de forma habitual la velocidad gestual o la velocidad de reacción discriminativa y perceptiva, pues aquí hay que enfocarlo también en ese efecto que describe el balón”, expone.
Siempre se habla del desgaste de los jugadores de campo, ¿el arquero también sufre en el aspecto físico?
Obviamente, el arquero tiene menos desgaste que un jugador de campo. Las intensidades de los porteros son mucho menores, los recorridos son menores, las intervenciones, también. Entonces, el efecto no es tan grande a nivel fisiológico como puede ser en un jugador de campo.
¿Qué aspectos se trabajan en específico y qué recursos técnicos y tecnológicos, incluso, se utilizan en la preparación?
Yo creo que no hay que volverse locos haciendo cosas diferentes. Lo importante es adaptarse un poco a esos pequeños condicionantes que aquí son importantes, en la altura, por el efecto del balón, y, simplemente, incidir en las velocidades. Utilizar un medio que te pueda permitir golpear un balón a más velocidad o que planee más en el caso de los centros laterales y frontales. Pero no hay que volverse locos. Lo que hay que hacer es trabajar siempre con velocidad gestual y de reacción y tratar de generar ciertos estímulos adaptativos al planteo y a la rapidez del balón.
¿Cuánto ha evolucionado el método en este sentido? Antes, por ejemplo, se trabajaba con balones de vóleibol para simular los cambios de trayectoria.
Evolución tecnológica no ha habido para estos casos. Al final, el fútbol no se juega con un balón diferente o tecnológicamente distinto. Lo que hay que hacer es no complicarse. No hay que hacer cosas absurdas y que no conlleven a nada. Simplemente, hay que utilizar, trabajar en velocidad, intentar adaptarse a esa variación que hay en el balón. Lo importante no es qué se utiliza, sino cómo se utilizan las cosas que realmente se utilizan habitualmente.
La toma de decisiones
¿Es cierto que hay que cuidar más la toma de decisiones y aspectos técnicos, como la tomada del balón?
Por estadísticas, hay muy pocos bloqueos del balón cuando este viene a alta velocidad. Hay mucho rechazo, mucho desvío, mucha prolongación. Por lo tanto, yo creo que hay que tener en cuenta que el portero necesita trabajar como base en cualquier circunstancia la velocidad discriminativa y perceptiva y la velocidad gestual. Eso hay que trabajarlo siempre. Que acá haya que adaptarlo un poco, sí, pero siempre hay que trabajar en eso.
¿Hubo algún encargo especial para Bravo, Cortés y Pérez pensando en esta fecha?
Yo creo que lo que hay que hacer es mentalizar a los jugadores en el partido, más que llamar la atención en ciertos detalles, porque Argentina, el gol que le mete a Bolivia, lo mete dentro del área, a ocho metros del portero, no a 30 o 40 metros. Lo que hay que hacer es intentar mentalizar al futbolista de qué nos estamos jugando en este partido y el nivel de activación y concentración que debe tener, de la responsabilidad. Ellos son sumamente profesionales como para adaptarse a estas circunstancias.
Después de enfrentar a Argentina hay que viajar a La Paz. Ahí hay 1.400 metros más de altitud. ¿Hay que volver a adaptar el trabajo?
Es importante considerar cómo está el futbolista después del primer partido. Qué contexto ha vivido, que circunstancias está en cada momento e intentar ubicarlo, ayudarle a que esté en el mejor momento o en el más normal para competir. Lo que hay que buscar es la normalidad en todo, la sencillez en todo lo que se hace. Antes, durante y después del primer partido.
El juego de pies también es distinto, ¿le recomendará a Bravo no apelar frecuentemente a ese recurso, como suele hacerlo?
En el juego con los pies hay muchos matices. Hay matices en corto, en medio o en largo. En reinicio o en continuidad para provocar un contraataque, para superar una línea de presión, para provocar una superioridad numérica. Realmente, todas esas son herramientas que siempre hay que utilizar. Y hay que adaptarse a las circunstancias en cada momento del partido.