Roberto Tobar (41) se percibe satisfecho cuando atiende a La Tercera. Han pasado pocas horas desde que dirigió la final de la Copa Libertadores que Flamengo le ganó a River Plate en Lima y el escenario es el que sueña cualquier árbitro: que al día siguiente no se hable de su trabajo. Sus decisiones vienen a confirmar un año ideal, que comenzó en la final de ida de la Libertadores anterior entre Boca Juniors y los Millonarios, el año pasado, y que incluyó las definiciones de la Recopa, la Sudamericana y la Copa América en este. Un palmarés de ensueño que, para árbitros como Javier Castrilli o Rubén Selman lo sitúa como el juez sudamericano del momento.

"Queda una satisfacción importante y muy grata de haber hecho un buen trabajo, con decisiones acertadas. Nos deja tranquilos, en buen pie para aspirar a nuevos desafíos. Era muy exigente. Lo sabíamos, porque les damos bastante importancia a los elementos físicos, sicológicos, tácticos y reglamentarios", analiza respecto de su cometido. Habla en plural, pues incluye a sus escuderos, Christian Schiemann y Claudio Ríos.

¿Qué fue lo más complejo?

El final del partido. Los ánimos estaban exaltados, pero es algo que siempre pasa en las definiciones, en las que hay un estrés mayor. Es normal en partidos donde un equipo está ganando la copa y el otro se queda sin ella.

¿Disfrutó más este partido o el del año pasado en La Bombonera?

Son escenarios distintos. En La Bombonera solo había hinchas del local. En Lima el estadio estaba dividido en dos partes. Se disfruta harto que ambas canten. Uno se motiva con el público. Hace que nuestra concentración esté muy alta. Nos ayuda.

¿Pudo hablar con Paulo Díaz?

No. Había mucha seguridad y los ánimos no estaban muy buenos. Uno termina cansado también, quiere irse al camarín.

¿Siente que respondió a la confianza de la Conmebol?

Por supuesto. Conmebol nos entrega todas las herramientas. Hay preparadores físicos y exárbitros como Wilson Seneme, Jorge Larrionda y Héctor Baldassi que nos aportan su experiencia.

En un año ha dirigido dos finales de la Libertadores, la de la Sudamericana, la Recopa y la de la Copa América. ¿Qué siente?

Es un orgullo bastante grande representar al arbitraje chileno en este tipo de partidos. Habla del buen trabajo en Chile. Recibimos muy buena instrucción técnica. Eso nos ayuda a cumplir un buen papel a nivel internacional. Es un reconocimiento al trabajo.

¿Sintió pena porque la final no se realizara en Santiago?

Es muy triste que hayamos tenido la opción de realizar la primera final única y no poder recibirla. No estaban las condiciones. Me hubiese encantado estar en Chile, pero, por lo que está pasando, difícilmente se pudo haber jugado.

El gobierno y la ANFP trataron.

Eran varios meses de preparación, mucha inversión en arreglar el estadio. Había mucho esfuerzo. Era una final muy importante y se estiró tratando de dar las garantías, pero todos nos dimos cuenta de que era imposible.

Y para jugar el Campeonato Nacional, ¿hay condiciones?

En este momento no sabría decirle. Estoy hace una semana acá. No he conversado mucho de la contingencia. He leído, pero no estoy en Santiago. Esperemos que se pueda reanudar. Hay gente que depende del fútbol, que quiere trabajar, pero siempre en apoyo a la sociedad, que pide la equidad que necesitamos, a la justicia que reclama la gente.

Javier Castrilli lo destacó como el mejor árbitro sudamericano, ¿se siente así?

No, para nada. Soy un árbitro más, que siempre está trabajando para impartir justicia, para tener buenas actuaciones, tomar buenas decisiones y para que ningún equipo se sienta perjudicado. Recibir un halago de alguien tan destacado me llena de orgullo y me motiva para desarrollarme. El fútbol avanza, evoluciona y los árbitros no nos podemos quedar atrás. No he tenido el gusto de hablar ni de compartir con él. Sería muy bueno.

Estoy muy agradecido. Cuando uno hace un mal trabajo le llegan las críticas, pero en los momentos buenos no puede sentirse el mejor ni el más seguro. Hay que revalidar partido tras partido. Mantener el prestigio.

¿Qué lo ha llevado a tal nivel de notoriedad internacional?

Creo que la seguridad, el conocimiento del juego, la tranquilidad para tomar decisiones y la firmeza. El conocimiento es muy importantes para realizar un buen trabajo. Y la preparación de partidos es importante también.

¿Qué le falta para ser aún mejor?

Es difícil llegar a ser un árbitro perfecto. A los 40 años se empieza, por ejemplo, a complicar el nivel físico. Hay que mantenerlo y actualizarse siempre en lo reglamentario. Saber interpretar de buena forma estas actualizaciones, estos cambios y estar al día, tratando de progresar, de visualizar el futuro de la carrera.

¿Qué le queda por alcanzar en el arbitraje?

Lo que me falta es dirigir en un Mundial. Es mi sueño, como para todo árbitro y para toda persona a la que le encanta el fútbol. Hay que apuntar a eso como un objetivo a largo plazo, trabajando siempre con humildad en el día a día.