Chile también ganó la final. Roberto Tobar estuvo enorme. Su arbitraje hizo historia. Tuvo un desempeño impecable. Con demostraciones de carácter y personalidad. Mostrando y demostrando que es el número uno de América.

Los asistentes, también chilenos, Christian Schiemann y Claudio Ríos merecen palabras. Son personajes habitualmente olvidados en los análisis, pero que en esta ocasión se ganaron su espacio. Siempre muy concentrados en lo que hacía y requería el árbitro central.

Tobar ha dejado muy bien posicionado al colegio chileno. Siempre intentó dar ventaja y continuidad al juego. Amonestando solo cuando no cabía otra interpretación Su desempeño físico fue excelente. Siempre cerca de las jugadas.

Solo al final se le complicó el trabajo, pero lo resolvió con nota. Acertó en las dos expulsiones. En la del futbolista que no supo ganar, el goleador Gabigol, que ensució su día de gloria con una provocación innecesaria y estúpida a la hinchada de River. Y la del futbolista que no supo perder, Palacios, que dio un patadón ordinario a Bruno Henrique. Las dos rojas fueron ajustadas a reglamento.

Pero lo que más me gustó de Tobar fue su tranquilidad, sin miedo escénico. Criterioso para atender a los jugadores.

Gran trabajo. Extraordinario.