El lunes 8 de enero de 2018, Reinaldo Rueda se transformó en el nuevo director técnico de la selección chilena. El colombiano llegó con la misión de reconstruir a un equipo hundido por el ego y las divisiones internas, además de la amenaza del vencimiento natural de la generación dorada, que había llevado a la Roja a dos mundiales y a ganar las primeras dos Copa América de su historia. Si bien a su llegada prometió “conservar un ADN de fútbol atractivo y vistoso”, en la práctica muy poco de eso se ha visto y la derrota del martes ante Venezuela pone su proceso en serio entredicho después de haber dejado una sensación más que aceptable en el arranque eliminatorio.

Después de 1.046 días al frente, los números del colombiano están muy lejos de ser satisfactorios y en 27 partidos por ahora se convierte en el de peor rendimiento contando a los últimos cinco entrenadores que han conducido los destinos de la escuadra nacional. Su 43% de efectividad (37% si solo se circunscribe a partidos oficiales), con nueve triunfos, ocho empates, 10 derrotas y una media de 1,3 goles por encuentro, lo pone muy lejos del 70% que consiguió Jorge Sampaoli. Incluso, es superado por Claudio Borghi, quien en la misma cantidad de partidos logró un 47%. Si se le compara con todos los técnicos que han ocupado el buzo de la Selección, ni siquiera está dentro de los 20 mejores y se pierde en la intrascendencia numérica.

Un estallido social y una pandemia también han contribuido a un inusual panorama para el DT y la Selección, ya que producto de ambos acontecimientos, la Roja llegó a cumplir un año sin partidos, lo que obviamente genera un déficit importante en la preparación. Asimismo, su búsqueda de recambio se ha convertido en una verdadera travesía en el desierto, y si bien se le celebra el atreverse a incrustar valores nuevos en el equipo e implementar una semilla, cuya fertilidad está en suspenso, también se le cuestiona su falta de consistencia.

En el último tiempo, por otra parte, sus convocatorias también han sido motivo de amplio debate. Así, por ejemplo, en la nómina anterior convocó a José Pedro Fuenzalida e, incluso, lo puso de titular frente a Uruguay, luego lo desechó y no estuvo considerado en la reciente fecha doble, a pesar de que su desempeño fue más que regular. Otro que corrió la misma suerte fue Eduardo Vargas, quien en su debut con Atlético Mineiro fue figura, aunque también es conveniente señalar que tuvo un discretísimo nivel ante los charrúas y los colombianos. Asimismo, en varias situaciones, el DT ha expresado que la falta de continuidad es un factor importante para decidir no contar con ciertos valores. Sin embargo, el discurso cae en severas contradicciones, como ocurrió con Guillermo Maripán, quien apenas ha jugado 33 minutos durante esta temporada con el Mónaco y que ante la Vinotinto disputó todo el partido, pero con un nivel bastante pobre.

Durante buena parte de su ciclo, a Rueda se le asedió con la situación de Marcelo Díaz y el DT mantuvo con mucha firmeza su postura de no convocarlo, toda vez que le dio oportunidades a Erick Pulgar, de promisorio futuro y de buenas temporadas en Italia. El argumento para no convocar al de Racing fue su edad (33 años). Sin embargo, en la última lista estuvo Jean Beausejour, que tiene 36 y que públicamente había anunciado su retiro de la Roja y hasta llegó a calificar “de poco serio” un eventual retorno. E, incluso, como dato anecdótico, recientemente y con motivo del arranque de las Eliminatorias protagonizó un comercial de una empresa de telecomunicaciones en el que se ve entrando de civil al Estadio Nacional y recordando batallas pasadas con el Equipo de Todos. Casi en faceta de exjugador. Sin embargo, en los últimos dos partidos fue titular.

La falta de contundencia en el juego y la poca consolidación de su idea en el campo son temas pendientes. Rueda, en su búsqueda interna, no logra dar con los intérpretes que le garanticen seguridad en esa función. Es por eso que en su ciclo ha nominado 74 jugadores para partidos, sin contar varios para los microciclos, lo que demuestra que todavía no logra consolidar una base que le permita desempeñar lo que quiere. Sí ha habido algunos momentos de intensidad y de buen fútbol, pero han sido esporádicos. También preocupan las complicaciones para aguantar la intensidad de otras selecciones. Le ocurrió en las primeras dos fechas, donde dejó ir los puntos en el tiempo de adición y le volvió a suceder frente a Venezuela, perdiendo el encuentro en los últimos 10 minutos, detalles que están costando caro, pues la Roja hoy se encuentra con apenas cuatro puntos en un todavía milagroso sexto lugar gracias a los poco probables resultados que se dieron el martes.

La próxima fecha doble es en marzo del próximo año, donde Chile recibirá a Paraguay en el Estadio Nacional y tendrá que visitar al hasta ahora inexpugnable Ecuador en Quito. Sin embargo, será el nuevo directorio de la ANFP el que tendrá que poner en la balanza si es conveniente mantener a Reinaldo Rueda para esos encuentros vitales o desarmar el proceso. Al menos, por ahora, el calendario le favorece para aprovechar estos meses de receso e instalar a un nuevo entrenador, en una búsqueda que no se ve fácil. Si eso llegara a ocurrir, por tercera eliminatoria consecutiva, la Selección tendría un estratega distinto al que inició el certamen clasificatorio.

“Por el momento, no vamos a referirnos a ese tema”, dejó como respuesta oficial ayer la ANFP al ser consultada por este diario sobre el futuro del seleccionador. Se espera a la reunión habitual tras las fechas entre el DT y el presidente Milad. Ayer llegaron a las siete de la mañana y les fue imposible agendar reunión.

Rei, por su parte, también se declaró en estado de reflexión, a la espera de lo que suceda, casi tres años después de su arribo y con objetivos a medio cumplir.

Cualquiera que decida romper el contrato (firmado en la era Salah) deberá abonar a la otra parte US$ 2,2 millones netos (si el DT está sin trabajo un año, no paga).