Son las 10.05 de una nueva mañana de trabajo en Juan Pinto Durán y los seleccionados de Chile comienzan a aparecer en las canchas de entrenamiento. Igor Lichnovsky y Junior Fernandes son los primeros y aguardan al resto jugando fútbol tenis. Siete minutos después aparece Arturo Vidal, con zapatos naranjos en sus manos, junto a Gonzalo Jara. Y detrás de ellos, Eduardo Vargas y Nicolás Castillo, que se suman como dupla a competirles en el juego a Lichnovsky y Fernandes.
Los trabajos de gimnasio arrancan poco tiempo después. Y Reinaldo Rueda, fuera de esa carpa, aguarda a un costado de la cancha más al poniente del complejo. El colombiano lee apuntes personales y escribe otras cosas. En su cabeza, seguramente, se imagina una y otra vez el partido debut de Copa América ante Japón (17 de junio).
A Rei lo interrumpe Fernando Radice. Uno de los tres médicos de la Selección le habla por siete minutos. Las dolencias de Alexis, Jara y Medel de seguro aparecieron en ese diálogo, que acabó con el DT nuevamente en solitario.
A las 10.45 en punto los trabajos con balón se iniciaron. En un solo arco. El colombiano arma algunos equipos y comienza a gritar como nunca, desde que empezó el plan Brasil 2019. "¡Presión alta!, ¡Si no hay movilidad no hay espacios!, ¡Cambia el balón rápido!", son algunas de las frases que retumban en todos los muros de Juan Pinto Durán.
Cada ejercicio que termina en gol es altamente festejado por el entrenador. Felicitó a Edu Vargas por eso. Las jugadas bien elaboradas también. Ahí el Tucu Hernández se llevó buena parte de las loas. A Nicolás Castillo, en tanto, le pide "más movilidad" y poco rato después le exige que defina una jugada. A él y a Diego Valdés les repite una y otra vez: "¡Pegue, pegue, pegue! ¡Ahora, ahora, ahora! ¡Ahora Diego, ahora Nico!".
Goles son amores
El silbato verde que cuelga de su cuello lo usa para pausar, corregir y retomar. "Hay que moverse, que sirva de distracción para los que aparecen por fuera", les dice a los futbolistas que se rotan las jugadas de ataque y que están en posiciones más centralizadas. Óscar Opazo y Charles Aránguiz reciben instrucciones. La estrategia resulta. Y esta vez es Ángelo Sagal el que recibe aplausos. "¡Goles son amores!", le expresa Rei.
Es el último grito antes dar por finalizados los trabajos del martes. Hoy será otro día.