Con una frase gruesa, pero también demagógica, victimista y desproporcionada, remató ayer Reinaldo Rueda un reproche extenso y desnortado contra el Inter de Milán a propósito de Alexis y el cuidado de su salud. “No estamos en las colonias”, recitó de postre el seleccionador chileno contra el todopoderoso europeo como si su cargo y su oficio le legitimaran para frivolizar con comparaciones, desafortunadas, de abusos y pueblos sometidos. Cuando el fútbol trata de pelear por erradicar de sus canchas el racismo y la xenofobia, el técnico colombiano se acogió a la gravedad del sensible mensaje para mancharlo con un asunto que no tiene por dónde ser mezclado.
Así que el técnico decidió embarrar la previa de un partido vital y desesperado para la selección que dirige. Sobresaltar el ambiente y descentrarlo, quizás de forma estratégica y deliberada (la amenaza de su propia continuidad y la presión en el cogote emitida por el presidente de la ANFP pasaron ayer de largo). Aún a costa de sumar un enemigo, porque el Inter contestó al instante ante la dimensión y gratuidad del ataque, “por inaceptable, ofensivo y desigual”.
Y no solo falló Rueda en el mal gusto de la expresión, sino también desvió el tiro en el argumentario. Es viejo el conflicto entre clubes y selecciones sobre el físico y las prioridades de los jugadores, pero rara vez se había visto en la dirección de ayer. No elevando el seleccionador su derecho a contar con un jugador cuyo pase lo paga a precio de oro la otra parte (que discute hace tiempo por qué tiene que entregar a sus empleados así, a discreción), sino echándole en cara precisamente a este cómo lo maneja. ¡Pero cómo me prestas gratis en este estado tu piano!
Siete millones de dólares al año paga el Inter por los derechos de Alexis, a quien ha recibido ya en varias ocasiones tocado de sus compromisos con la Roja. La última vez, sin ir más lejos, del encuentro entre Chile y Colombia, que el Niño Maravilla disputó entero pese a que una entrada criminal de James lo lesionó al filo del descanso. Pero ayer el pájaro disparó contra la escopeta. Y fue el club italiano el que se llevó la reprimenda de quien recibe cada mes su altruista cesión, del dueño del territorio donde el jugador acostumbra a romperse. La ANFP también engorda los bolsillos de los jugadores por citación y viático, da igual como se llamen, pero esa cantidad no se resta de la que soporta el club. Y sin embargo fue Rueda, enmascarado, el que se hizo el ofendido.
Y además se ató una cuerda al pie. Su enojo aireó una evidencia: Alexis no está en condiciones óptimas de jugar. Si no, no habría tenido sentido tanto revuelo. De manera que con el “nosotros no arriesgamos, cuidamos la salud del futbolista” se recomendó a sí mismo no usar a su mejor carta de ataque en una de esas citas en las que Chile se juega la vida. Porque si lo hace, y Alexis vuelve a romperse o dolerse, Rueda y sus principios no tendrían escapatoria.