Alejandro Hales se arrodilla y apunta con ambos índices al cielo después de anotarle a Uruguay. Apenas ha pasado la media hora del encuentro entre la Sub 17 que dirige Hernán Caputto y el delantero de Palestino define con un zurdazo lleno de seguridad para poner en ventaja a la escuadra de Hernán Caputto. Dicen quienes lo conocen que esa condición no es casual. Que, de alguna forma, refleja la motivación que le ha acompañado durante toda su vida: la del sueño de convertirse en futbolista profesional.
“Sacamos la tarea adelante, que era lo que teníamos que hacer. Dimos un paso más para clasificar al Mundial. Hoy fue el segundo paso. Después van a ser Colombia y Ecuador y nosotros vamos a ganar los dos”, dice después del duelo, como una muestra de su actitud.
El ariete, quien en Ecuador está acompañado por su padre y por su hermana, tiene a toda su familia pendiente de sus movimientos. Además de Pablo, su progenitor, quien siguió cada uno de sus pasos en el estadio Banco Pichincha, de Guayaquil, en Chile lo sigue todo el resto del clan. Otro de los que vibra es su abuelo, Jaime, escritor, tarotista, abogado e histórico militante de la Democracia Cristiana. Alejandro es, además, bisnieto de su homónimo, abogado y político DC, ministro en los gobiernos de Carlos Ibáñez del Campo, Eduardo Frei Montalba y Patricio Aylwin.
“Siempre hemos estado con Alejandro. La mamá vino con su marido y yo con mi hija. Alejandro aprendió a caminar y a pegarle a la pelota a la vez. Tiene una disciplina impresionante. Se cuida, siempre está haciendo ejercicios. Mi familia es de profesionales. Todos luchadores por los Derechos Humanos. Un día tuvimos una conversación y le pedí que si quería ser futbolista lo hiciera en serio. Y lo ha hecho así. Me sorprende el nivel de seriedad que tiene. Estamos felices de verlo triunfar. Es serio, trabajador, valiente”, comenta a El Deportivo Pablo, su orgulloso padre.
Los Hales dicen, de hecho, que Alejandro es una mezcla de las personalidades de todos ellos. “Es trabajador, perseverante y siempre quiso ser futbolista. Siempre ha estado convencido de serlo”, apuntan en su núcleo, como un resumen de cualidades que en Guayaquil obtuvieron un premio. Ese esfuerzo lo lleva, por ejemplo, a viajar a diario entre Las Condes y La Cisterna para entrenarse. “El ha tenido que ganarse espacios. En la cancha, en el camarín, siendo correcto, siendo serio. Es un tremendamente asociativo. Tiene dos ídolos: Cristiano Ronaldo, porque es la representación del fruto del trabajo. Y el otro es Alexis Sánchez”, sostiene el jefe familiar. También hay una mención a Marcelo Salas.
En los estudios también destaca. “Tiene promedio 6,5. Se trae libros para las concentraciones. Sabe leer, hablar. Le gusta la política. Un poco por la influencia familiar también. Él también se exige. Siempre le hemos inculcado eso. Que la mediocridad no sirve. En la cancha deja todo y eso se lo valoran sus compañeros”, insiste su progenitor, algo disfónico por la celebración.
Sueños
Alejandro está feliz de ser rodeado por quienes más le quieren. “Están orgullosos. Siempre que me toca viajar me mandan todas las buenas vibras. Gracias a Dios, en esta oportunidad, van a viajar y podrán acompañarme”, había declarado a las plataformas oficiales de la ANFP antes de partir. También había minimizado las excusas. “Con este clima, si uno no se acostumbra, puede llegar a ser complicado. Pero creo que estamos bastante preparados: reconocimiento de canchas, con varios climas, lluvia, en la mañana y en la tarde, nos ha servido para estar de buena manera. Además, nos puede favorecer bastante considerando las tácticas que tenemos”, puntualizó respecto de la preparación.
En ese diálogo también hablaba del significado que le daba a su participación en el torneo continental. “Es un sueño que todos los que estamos acá tuvimos alguna vez. Sería un orgullo clasificar al Mundial, y más si puedo jugar varios minutos. Si el profesor me da la oportunidad, dejaré todo lo que tengo y si no, apoyaré desde afuera”, decía.
También fijaba sus expectativas, sin eufemismos de por medio. “Personalmente, jugar lo máximo posible. Pero el que esté mejor tiene que hacerlo, y sabemos que si no juego yo y lo hace otro compañero, va hacerlo al cien. Grupalmente, todos queremos lo mismo: clasificar al Mundial, dejar todo por esta camiseta y dejar la vida en la cancha”, sostenía.
En su familia dicen que esa convicción en sus medios es parte de su sello. “Es muy arrojado, no es miedoso”, puntualizan en su entorno. En Ecuador empieza a dejarlo claro.