Revisando la historia de River Plate, y consultándole a cualquier fanático del cuadro argentino, hay dos entrenadores que aparecen como los más destacados en la trayectoria ‘millonaria’. Uno es Marcelo Gallardo, el actual y el más ganador de la institución del barrio de Núñez. El otro es Ramón Ángel Díaz, parte del riñón riverplatense, el segundo DT más laureado. Uno de los años más recordados, por los logros obtenidos, fue 1996. Y en ese sentido, la participación de Marcelo Salas fue fundamental para la corona del Torneo de Apertura. Se cumplen 25 años del 25° título profesional (valga la redundancia) del club transandino. Una noche que fue mágica para el Matador.

El 18 de diciembre de 1996, River recibió a Vélez en el Estadio Monumental, por la penúltima jornada del campeonato local. Una victoria para los dirigidos por el Pelado Díaz les entregaba el premio mayor. El coloso de Núñez estaba repleto. Un joven Marcelo Salas, que en ese mismo año cruzó la cordillera después de su despegue en la U, era suplente. La delantera titular de River era de Enzo Francescoli con Julio Cruz.

El oriundo de Temuco era objeto de deseo para los dos más grandes de Argentina: River y Boca. Finalmente terminó fichando en la tienda ‘banda sangre’ y el tiempo le dio la razón, porque se transformó en uno de los extranjeros más relevantes en la historia del club. El destino quiso que su primer gol con River Plate fuese en un Superclásico y en La Bombonera, por la sexta fecha del Apertura. Pero aquello es para otro día.

El equipo de River Plate de 1996 (Salas está abajo, a la derecha).

Volvamos al partido aquel. La base del equipo tenía a jugadores que marcaron una época en el club: Germán Burgos, Celso Ayala, Juan Pablo Sorín, Leonardo Astrada, Eduardo Berizzo, Roberto Monserrat, Ariel Arnaldo Ortega, Sergio Berti, Francescoli y el Jardinero Cruz. Era la continuidad del elenco que ganó la Copa Libertadores durante el primer semestre del ‘96 (superando al América de Cali), salvo por Hernán Crespo, quien fue transferido al Parma. Ahí apareció Salas, como el relevo del otrora seleccionado argentino.

Con la 16 en la espalda, Salas aguardaba su oportunidad, la que llegó en el segundo tiempo. Reemplazó a Francescoli. Era el principio de un partido inolvidable para el Matador, quien anotó los dos primeros goles de River. Para el 1-0, el delantero nacional se saca al arquero Pablo Cavallero (el mismo que fuese seleccionado argentino y titular en Corea-Japón 2002) y define de frente a portería. La imagen se hace más reconocible agregando el mítico relato de Marcelo Araujo: “Salas y River campeón, Salas y River campeón...”. Salas celebra con su gesto característico, acompañado de Santiago Solari, otro novel integrante de aquel equipo, hoy convertido en entrenador (ex Real Madrid, dirige a las Águilas del América). Un estadio atiborrado de fanáticos entonaba “Chileno, chileno...”. Luego, el temuquense hizo el 2-0, luego de un pase de Marcelo Escudero. El 3-0 definitivo fue obra del Diablo Monserrat.

En total, Marcelo Salas convirtió siete goles en el Apertura 1996. El goleador del equipo fue Julio Cruz, con 10. Un cuarto de siglo después, el hijo del Jardinero está jugando en la primera división argentina. Se trata de Juan Manuel, en Banfield. Fue el título que dio inicio al tricampeonato riverplatense en la primera división transandina, en campeonatos cortos: Apertura 96, Clausura 97 y Apertura 97. Fue la última vez que River logró encadenar tres trofeos de liga consecutivos.

Si a fines de 1996, Salas llevó a River al título local, al año siguiente fue clave para la obtención de la Supercopa Sudamericana, superando al Sao Paulo, lo que lo catapultó a ser elegido como el Mejor Jugador de América en la votación del diario El País de Uruguay.

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