Sebastien Buemi, de Nissan, se había quedado con la Super Pole un poco más temprano, lo que lo colocaba como favorito para quedarse con el Santiago E-Prix. En un circuito tan angosto como el del Parque O'Higgins, más que una carrera parecía una procesión, con los adelantamientos sin sobresalir ni encantar a la gente. Pero existen otros factores que juegan para que este incipiente torneo, aunque de una popularidad explosiva, encante tanto.
Y son, claro, los choques. La pérdida de control. El abandono. Siete pilotos desertaron hoy en Santiago. Uno de ellos fue Buemi. Pese a liderar por casi 30 minutos, perdió el control en una curva y se fue contra la muralla. Más atrás, Bird celebraba, ya que anteriormente había hecho todo bien.
Ocupó su Modo Ataque a la perfección. Le quitó la segunda posición a Wehrlein y esperó el error del contrincante. Tras apoderarse del liderato procuró no cometer fallos y aguantar los envites del alemán, que de manera incesante trataba de darle caza.
No obstante, los neumáticos, la batería y él mismo aguantaron. Los 37 grados Celsius de calor a la sombra, los 50 al sol, y los casi 100 sobre la pista de asfalto y concreto en donde 22 bólidos eléctricos se lucieron, valieron la pena los 10 mil espectadores que disfrutaron de la carrera. Un evento a la altura de la expectativas… y del abrasivo sol.