San Carlos de Apoquindo fue el escenario de un nuevo episodio de violencia. Cerca de 30 radicales impidieron que el partido entre la Universidad Católica y O'Higgins iniciara en su horario original: se retrasó por cerca de 20 minutos.

Bengalas, monedas y tablones del estadio extraídos por los mismos radicales fueron lanzados a la cancha desde la galería Mario Lepe (sur) del recinto deportivo, justo antes de que los equipos salieran al campo de juego. La intención era clara: impedir que Julio Bascuñán hiciera sonar su silbato para comenzar el partido.

Encapuchados intentaron derribar una de las rejas que permite el ingreso al campo de juego con un extintor, generando el rechazo de gran parte del estadio. Carabineros debió intervenir para frenar a los violentos, quienes, al no lograr entrar a la cancha, comenzaron a destrozar elementos que se encontraban al interior del lugar. La situación provocó que varios de los presentes optaran por regresar a sus hogares.

En las afueras del estadio, barristas destruyeron, con piedras que iban dirigidas a los uniformados, algunos de los autos que se encontraban estacionados en los alrededores. La policía hizo uso del carro lanza agua para evitar que continuaran los destrozos, lo que obligó a los manifestantes a refugiarse entre la multitud que esperaba por el encuentro en San Carlos.

Cuando el cotejo comenzó, los disturbios permanecieron. Al menos dos bengalas y una serie de proyectiles volvieron a caer cerca del arco que, en el primer lapso, defendió Matías Dituro. En la segunda etapa, fue Augusto Batalla quien debió lidiar con la actitud de parte de los fanáticos locales. De hecho, el meta transandino estuvo muy cerca de recibir un trozo de madera, por lo que se sacó los guantes y corrió hacia el cuarto árbitro para consignarle lo ocurrido. Hubo algunos fanáticos que insistieron en romper los tablones del estadio, generando las pifias de otros y hasta enfrentamientos.

El sector norte no estuvo libre de desórdenes. Barristas de la UC golpearon los carteles de publicidad y para evitar mayores disturbios, el personal de seguridad debió mover a la hinchada visitante de donde estaba ubicada para acercarla al sector de marquesina.

Juan Tagle, el presidente de Cruzados, reaccionó a los hechos de inmediato a través de redes sociales. "Todos los verdaderos hinchas cruzados debemos proteger a nuestro equipo, a los asistentes y a nuestra casa que tanto nos ha costado. Aislemos a los que no entienden eso", publicó el timonel en su cuenta de Twitter.

El técnico Holan agregó: "El partido estuvo condicionado por situaciones ajenas. Tengo tristeza. No da para festejar un partido así, no quiero ser hipócrita".

Los barrabravas vuelven a ser protagonistas en una nueva jornada del Torneo Nacional. La muerte de Jorge Mora, el hincha de Colo Colo que falleció el pasado martes, sigue generando reacciones en los diferentes estadios, donde la violencia se está volviendo habitual en el fútbol.