Entre sus clases en la universidad y entrenamientos con la U, Natalia Cayupán Reuque (19) siempre deja un espacio para estar al tanto de las noticias en torno al pueblo mapuche, las que han abundado estos últimos meses. Pese a llevar un estilo de vida lejano al de sus ancestros, quienes tuvieron roles importantes entre la comunidad originaria, la futbolista mantiene, o trata, de mantener el vínculo con la cultura. Una que al menos en su familia se ha ido desvaneciendo poco a poco.
“Mis dos apellidos son de origen mapuche. La verdad no sé de donde vienen, pero sé que tienen un significado súper potente. La conexión que tengo con el pueblo mapuche igual es algo lejana. Estoy súper orgullosa de llevar mis apellidos, pero en mis familias nunca me inculcaron las creencias o tradiciones. También porque a ellos tampoco los criaron así. Además, el hecho de vivir en una ciudad como Santiago me aleja de lo lindo que es ser hijo de la tierra, pero por mis propios medios siempre he intentado estar al tanto de todo. De aprender un poco mapudungun, de conocer de mis antepasados, saber que mis bisabuelas paternas eran machi en Puerto Saavedra. Es algo súper lindo y muy importante”, cuenta la volante-delantera de Universidad de Chile.
Además de su apellido materno, su sangre mapuche tiene herencia de parte de dos machis. El orgullo de ser descendiente de estas autoridades espirituales de la cultura autóctona, para la Natalia incluso tiene un vínculo con su futura profesión. “Es súper curioso, pero hace unos meses atrás mi papá estuvo en el sur y se pudo reunir con unas primas suyas. Justamente le preguntaron si había alguien en Santiago que le interesara la salud. Y claro, ahora sacando conclusiones, creo que mi decisión de estudiar obstetricia, algo ligado a la medicina, tiene que ver con ellas”, comenta.
“Ninguno de sus hijos siguieron con la creencia. Ambas trabajaban con los espíritus, mi papá pudo ver ese tipo de cosas. Además de la vestimenta, cuando tocaban el kultrun y todo eso”, relata, sobre el no traspaso de las costumbres. En lo contingente, tiene su opinión clara ante la causa mapuche. “Es un tema súper complicado y sensible. No justifico la violencia que se ha podido ver durante todos estos años. Me duele el hecho de saber que el pueblo mapuche está peleando por algo de lo cual han sido dueños toda la vida. También porque no se ha dado el respeto que se merecen, y creo que a ningún pueblo originario en general, a lo largo de Chile. Es difícil vivir en una sociedad donde está estigmatizado que, por tener un apellido mapuche, te tilden de ciertas cosas. Espero que con todo lo que está pasando se pueda tomar conciencia del verdadero significado de ser hijo de la tierra, para que se respeten los derechos y creencias de los pueblos originarios en Chile”, dice.
“Mientras no se reconozcan los derechos del pueblo mapuche veo difícil una salida al conflicto. Espero que exista un diálogo coherente y que de una vez por todas se deje en paz a este pueblo originario”, agrega la jugadora azul, quien se incluye en haber sentido esa discriminación que menciona: “Cuando era más pequeña tuve momentos en donde la gente me hacía sentir menos por no tener apellido de origen español o europeo. Ahora en la actualidad, imagínate el orgullo que siento de jugar en un club tan importante y que mis apellidos, que son poco comunes, estén ahí. Es algo súper importante”.
Llevar sus apellidos a lo más alto es una de sus metas. Lo que ha logrado su compañero de institución, Jean Beausejour, de apellido materno mapuche, es un claro ejemplo. “Llegar a la Selección es algo que cualquier jugadora querría. Poder representar al pueblo mapuche es algo súper lindo e interesante, y también hacer sentir orgullosos a mis familiares que también llevan la sangre mapuche para todos lados”, manifiesta.
También sangre azul
Si Natalia Cayupán tiene bien puesta la camiseta mapuche, también la tiene por su equipo, Universidad de Chile. Pese a no tener contrato, fin de semana a fin de semana defiende los colores azules. Eso, hasta la pandemia. “Desde que se supo que teníamos que quedarnos en casa, el cuerpo técnico se preocupó desde el primer momento. Ya a la primera semana teníamos nuestras pautas físicas, técnicas y preventivas, y al pasar las semanas comenzamos a juntarnos a entrenar por Zoom y pudimos interactuar más. En todos estos años que llevo jugando en la U, siempre he visto como el club se ha preocupado. Lo comparo con otros clubes que he visto sus realidades y veo lo afortunada que soy de poder tener mi propia ropa de entrenamiento, un camarín propio, un centro deportivo que tiene de todo”, comenta. Hoy ya entrenan presencialmente.
“Este año ya se dio el primer paso por profesionalizar nuestra rama femenina. Algunas jugadoras tienen contrato, y eso es un buen comienzo. Quién sabe si en un futuro lo podamos tener todas, pero ya eso es un gran paso”, agrega, quien también admite que de momento no vive del fútbol.
Natalia sigue con sus estudios para convertirse en una profesional de la salud. A su vez, los entrenamientos con las azules complementan su rutina. Todo, en su vida rodeada de modernización y alejada de sus raíces, lo que no le quita la identificación y orgullo de ser mapuche. Y pese a que la sangre ancestral la llevamos todos. La de ella pocos: sangre de machi.