El 1 de junio pasado, el Presidente Gabriel Boric sorprendió en la cuenta pública al anunciar los planes de la capital chilena de albergar los Juegos Olímpicos de 2036, una cita a la que aspiran diversas potencias. La más reciente, Barcelona.
“Nuestro país tiene las condiciones de organización, la capacidad de gestión y el liderazgo internacional para organizar eventos deportivos de nivel mundial”, aseguró el mandatario en el Congreso Nacional.
A renglón siguiente, la máxima autoridad dio a conocer la gran noticia: “Anuncio que iniciaremos el camino para que Chile sea por primera vez en su historia, candidato a sede de los Juegos Olímpicos 2036. Para ello, el ministro del Deporte ya ha formalizado ante el Comité Olímpico de Chile nuestra disposición para iniciar el proceso de postulación de nuestra sede con miras al 2036. Sabemos que no será fácil, pero tal como la generación del 62, los invito a soñar alto y unirnos en este hermoso desafío de ser por primera vez anfitriones de unos Juegos Olímpicos”.
Con las palabras de Boric se dio por iniciada la carrera para organizar el máximo evento del deporte planetario. Un par de meses más tarde, el ministro del Deporte, Jaime Pizarro, y el presidente del Comité Olímpico de Chile, Miguel Ángel Mujica, se reunieron con Kolinda Grabar-Kitarović, presidenta de la Comisión de Futuros Anfitriones del Comité Olímpico Internacional.
Una cita en la que también participó el embajador de Chile en Francia, Raúl Fernández. Una reunión importante, la cual se llevó a cabo en el contexto de la postulación oficial de Chile para ser anfitrión de los Juegos Olímpicos 2036.
Sin embargo, la candidatura nacional no es la única. La ciudad de Estambul en Turquía también hizo oficial su intención, lo mismo que Nusantara en Indonesia. Además, Doha, la capital de Qatar, fue otra de las urbes que manifestó su deseo de albergar la cita de los cinco anillos.
Candidato gigante
Una concurrencia que agregó a uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. Las autoridades de Barcelona dieron a conocer que presentarán su candidatura del mismo evento que realizaron en 1992.
Así lo dio a conocer el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona, David Escudé, quien también remarcó su intención de acoger la final del Mundial de fútbol 2030.
“La llama olímpica siempre está encendida. Una parte intangible de los Juegos Olímpicos es el sentimiento de orgullo en la ciudad. Nosotros siempre estamos abiertos, ya sea en 2036, 2040 o 2044″, aseguró la autoridad catalana en la sede de Fomento del Trabajo de la Ciudad Condal.
En el ciclo de conferencias Hacer Metrópoli, Barcelona 2030, el miembro edilicio participó en un diálogo con el presidente de la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña (UFEC), Gerard Esteva, quien recogió el guante a favor de una hipotética candidatura. “Nos encantaría que, en el año 36, Barcelona optara a ser candidata olímpica otra vez, y para ello trabajaremos”, aseguró.
Asimismo, Escudé apuntó a la necesidad de renovar las instalaciones que fueron edificadas en 1992. Además, defendió la construcción de nuevos equipamientos en el área metropolitana y en el subsuelo de la ciudad.
Costo millonario
En la cita organizada hace 32 años, la populosa ciudad hispana invirtió cerca de 2.400 millones de dólares al valor actual solo en la infraestructura para la competencia en sí. Un presupuesto que representa menos del 15% del gasto total.
La mayor parte del balance, un increíble 85,5%, se destinó a inversiones a largo plazo para la ciudad, las que ascendieron a una suma cercana a los 12.800 millones de la moneda norteamericana, al valor de hoy. Un tercio provino del sector privado y el 30% de esa cifra llegó desde el extranjero.
En los años previos a los Juegos Olímpicos, Barcelona recibía alrededor de 1,7 millones de turistas por año. Tras el evento, el número aumentó rápidamente y alcanzó los 2,5 millones de visitantes en la temporada siguiente. En 2019, antes de la pandemia, el dato había llegado a unos 12 millones.
Hoy en día, Barcelona es una de las ciudades que recibe mayor número de viajeros en el mundo. Sobre todo, gracias a la “marca Barcelona” que emergió tras los Juegos. La organización de los Juegos Olímpicos de 1992 fue una de las mejores estrategias de marca ciudad en la historia.