Para muchos el fútbol se ha transformado en una vía de desarrollo económico, basado en el esfuerzo y la superación deportiva. Las carreras exitosas, que inician a una edad temprana, golpean a los jóvenes que algunas veces no saben qué hacer con el dinero y la fama, cayendo en vicios o bien consiguen llevarlas de buena forma.

Este parecía ser el camino de Philip Mulryne, futbolista británico que debutó en Manchester United, aunque sus mejores actuaciones las hizo de la mano de Norwich. "No me gustaban las trampas de ser futbolista: el dinero, los clubes nocturnos y la atención de las mujeres. Aunque estuvo bien por un tiempo, cuando llegué a los 20 años comencé a sentirme realmente insatisfecho", contó sobre su experiencia en una entrevista con The Times.

"Me encantó el juego, me encantó el entrenamiento. El estilo de vida me brindaba placer pero nada duradero. Estaba comprando tres o cuatro autos al año porque me estaba aburriendo y siempre quería más. Lo mismo ocurrió con la ropa y las casas", agregó el ex volante.

Tras finalizar su carrera deportiva en 2008, centró sus esfuerzos en el sacerdocio, para volverse diácono en 2016. Hoy, ejerce como sacerdote en Newbridge College, una escuela cercana a Belfast, capital de Irlanda del Norte.