Volvieron las Eliminatorias Sudamericanas. Esas que le quitan el sueño a los más fanáticos; esas que se han tornado tan ingratas para Chile en el último tiempo. La reanudación del camino rumbo al Mundial 2026 fue en Buenos Aires. En “la ciudad de la furia” (recordando a Soda Stereo), en la casa del campeón del mundo y bicampeón de América, fue el estreno de Ricardo Gareca dirigiendo a la Roja en Clasificatorias. Dicho de otra manera, arrancó de manera concreta el proyecto para el cual vino al país. Más allá del linaje del rival, la derrota es igualmente dolorosa. Argentina se impuso por 3-0, dejando a la selección nacional con un sabor absolutamente amargo.
Los amistosos que devolvieron la ilusión son parte del pasado. La Copa América que aterrizó de golpe las expectativas en el equipo del Tigre, también. La historia es distinta. Con escasos resabios de lo que fue la etapa más gloriosa del seleccionado nacional (luego de 19 años, Chile jugó por Eliminatorias sin Bravo, Alexis, Vidal o Medel), era la ocasión para que la segunda línea asumiera un rol preponderante, en el mejor escenario posible: visitar a la Albiceleste, en el imponente Monumental de River.
La Roja saltó a la cancha en el penúltimo lugar de la tabla, luego de la goleada de Bolivia sobre Venezuela. Ese factor le puso una presión extra a la necesidad de sumar algo, aunque en las cuentas iniciales una eventual derrota en territorio transandino es realista. Salió la oncena que se mencionaba en la previa, con Felipe Loyola ganándole la pulseada a Carlos Palacios. Si bien Gareca es un entrenador que acostumbra mantener la base, en Buenos Aires le dio un claro matiz defensivo a la escuadra nacional.
Nada de 4-2-3-1. Emulando en parte lo que hizo en el duelo de la Copa América, dispuso de un 4-4-1-1, donde Felipe Loyola se ubicó abierto por la derecha y Marcelino Núñez fue el acompañante de Rodrigo Echeverría en el centro del campo. Por la izquierda, Víctor Dávila. Darío Osorio era el elemento más suelto del mediocampo, con la misión de complementar el trabajo de Eduardo Vargas, el centrodelantero. Ante esta postura más pragmática, Argentina fue mutando a los tres en el fondo, soltando a Nahuel Molina por la derecha.
Si los elegidos por el seleccionador hacen una labor “a medias”, o no están lo suficientemente enfocados en el plan de juego, la estructura está destinada a quebrarse. Mientras el cuadro de Lionel Scaloni articulaba con más comodidad durante el primer tiempo, sucedía todo lo contrario con los pupilos de Gareca. A Chile le duraba poco y nada la pelota. Si bien la Albiceleste no generó grandes ocasiones de riesgo para la portería de Gabriel Arias, cada vez que agrupaba gente en terreno contrario le generaba sufrimiento a una zaga que defendía muy atrás en la cancha.
La incomodidad se notaba a la distancia. “Marcelino, ponete las pilas”, gritaba Gareca, ofuscado ante el accionar del volante del Norwich, quien no se imponía en el medio. Durante los 45 minutos iniciales, la Selección tuvo apenas el 29% de posesión y registró 116 pases, contra 296 de su rival. En el afán de contrarrestar el poderío transandino desde el manejo de la pelota, no se concretó. Al contrario. Y pese a este escenario, Chile casi se va al entretiempo en ventaja, por un cabezazo de Catalán que da en un poste. La chance más clara.
Gol de camarín
El panorama se le clarificó a Argentina apenas comenzó el complemento. Una jugada colectiva acabó en el 1-0 de Alexis Mac Allister, quien definió arremetiendo por el centro del área, tras un centro bajo de Julián Álvarez y una pantalla que le hizo Lautaro Martínez. Ese movimiento del ariete del Inter fue clave para desencajar a la defensa chilena.
A remar contra la corriente. A diferencia de lo sucedido en la Copa América, Argentina destrabó los nudos mucho más pronto. Los campeones del mundo se imponían sin sobreexigirse, aunque extrañaron los movimientos de Di María y la capacidad de Messi. La Roja requería mayor atrevimiento y refrescar la ofensiva. Eduardo Vargas no hizo un buen partido, perdiendo continuamente la pelota. No era el 9 que necesitaba Chile. Terminó siendo reemplazado por Ben Brereton.
Gareca sacó a un deslucido Núñez e incluyó a Williams Alarcón, e hizo ingresar a Carlos Palacios por el amonestado Dávila. El jugador de Colo Colo mostró pinceladas que le permitieron a Chile encontrar espacios y acercarse al terreno rival. Pero le faltaba compañía. Cualquier atisbo de ilusión se acabó en los 84′, con el 2-0 de Julián Álvarez, quien batió a Arias con un remate desde fuera del área. Y para que sea más profunda la cicatriz, Paulo Dybala hizo el 3-0 sobre el final.
Con siete fechas disputadas, la Roja queda con nulo margen de acción. Se instala (lamentablemente) en el penúltimo puesto de la tabla, con cinco puntos de 21 posibles. Así de cruel. Con este panorama, ganarle a Bolivia el próximo martes es una obligación. No hay otra alternativa. A tener la calculadora en la mano.
Ficha del partido
Argentina: E. Martínez; N. Molina, C. Romero, N. Otamendi, Lisandro Martínez (79′, M. Acuña); R. De Paul, A. Mac Allister (79′, P. Dybala), E. Fernández, N. González (51′, G. Lo Celso); J. Álvarez (88′, V. Castellanos) y Lautaro Martínez (79′, A. Garnacho). DT: L. Scaloni.
Chile: G. Arias; M. Isla, M. Catalán, P. Díaz, T. Galdames (72′, E. Mena); F. Loyola, R. Echeverría (72′, C. Baeza), M. Núñez (61′, W. Alarcón), V. Dávila (61′, C. Palacios); D. Osorio; y E. Vargas (80′, B. Brereton). DT: R. Gareca.
Goles: 1-0, 48′, Mac Allister, define tras centro de Álvarez y pantalla de Lautaro Martínez; 2-0, 84′, Álvarez, con remate desde fuera del área; 3-0, 90′, Dybala, con un tiro que se desvía y descoloca a Arias.
Árbitro: J. Valenzuela (VEN). Amonestó a De Paul, Lo Celso (ARG); Núñez, Dávila, Díaz (CHI).
Estadio Monumental, Buenos Aires. Asistieron 60 mil personas, aprox.