Marcelo Salas e Iván Zamorano constituyeron una de las duplas ofensivas más temidas en el mundo. Con la camiseta de la Selección, ambos se convirtieron en una amenaza concreta y letal para todos los rivales de la Roja en el camino hacia el Mundial de Francia. Bam Bam, de hecho, encabezó el listado de artilleros, con 12 goles, dos más que el temuquense. En la cita global el que festejó fue el Matador, cuatro veces, aunque el maipucino fue un apoyo clave. Los Sa-Za fueron conocidos en todo el planeta. Le competían en notoriedad a Romario y Ronaldo, los Ro-Ro, quienes habían inaugurado la peculiar forma de denominar esos tándems.
En la cancha, se entendían a la perfección. Sabían perfectamente qué hacer en función del otro. Fuera de ella, sin embargo, siempre se instaló la idea de una distancia que se parecía a la rivalidad. Como suele suceder en esos casos, el origen de la información es difuso. De cualquier forma, si hubiese sido así, se habría encuadrado en los márgenes de cualquier relación laboral, aunque en el fútbol se suele aludir al ‘grupo humano’ como un factor relevante.
Salas aclara
Han pasado 26 años desde el torneo que se disputó en tierras galas y ambos siguen enfrentándose a la misma disyutiva. El Matador intenta zanjar la controversia de plano. “La rivalidad con Iván es un poco de parte de ustedes los periodistas”, contesta, inicialmente, en el marco de una entrevista con Hey Social TV. “Parte, obviamente, de un tema periodístico, porque nunca tuvimos un problema con Iván”, establece.
Luego, teoriza respecto de la forma en que se llevaban. “Creo que es un poco por la diferencia de edad. Seguramente. Teníamos seis o siete años de diferencia, más o menos. No compartíamos fuera de la cancha. En el fondo, ese era el tema, que nunca nos vieron juntos”, sostiene.
Ahí, dice, nace el rumor. “Entonces dijeron ‘ah, bueno, tienen un problema’”, insiste. Y aclara. “No éramos amigos, pero ahora, después que ha pasado el tiempo, nos hemos visto más. Yo he ido a Miami. Me ha invitado a la casa. He ido a comer un asado con él, con su familia. Yo con mis hijas, con sus hijos. Hemos ido a jugar alguna pichanga también, con otro grupo de latinoamericanos que están allá, que me han invitado. Entonces, hemos compartido más ahora”, explica.
Luego expone un ejemplo. “En la Copa América estuve con María, con sus hijos. Entonces, hoy te puedo decir que sí tenemos una relación más cercana”, afirma. “O sea, ‘Marcelo vai a venir’, ‘sí, voy’. Y tenemos una comunicación que antes no la teníamos porque pasa el tiempo y uno se da cuenta, también, que, en realidad, nunca tuvimos un problema. Solamente era un poco la diferencia de edad. Lo que analizo yo es que era eso. Yo andaba mucho con los más chicos, digamos. Y él, obviamente, con los más grandes”, especifica.
“Pero después de los entrenamientos estábamos en la misma mesa, entrenábamos todos los días juntos. Las jugadas eran juntos, el calentamiento era juntos. Estábamos todo el día juntos. Solamente que fuera de Juan Pinto Durán no nos juntábamos. Pero nunca tuvimos un problema”, sentencia.
Bam Bam ya lo había dicho
Zamorano ya había entregado una versión similar. “Es un mito eso de que nos llevamos mal. Es un mito, yo nunca tuve rivalidad con él, la rivalidad se formó porque yo soy de Colo Colo y él es de la U, a partir de ahí, a nivel comunicacional vende mucho la rivalidad”, manifestó en Sin Editar. “Cuando estábamos en la selección no había ni un grupo de la U, ni un grupo de Colo Colo, habían grupos que se llevaban mejores que otros. Con Marcelo éramos compañeros, amigos a lo mejor no, yo me llevaba mejor con Fabián Estay, Toby Vega, Nelson Tapia”, añadió.
El último argumento de Zamorano coincide, precisamente, con el que expone el exgoleador de River Plate. “Si nosotros nos hubiésemos llevado mal, no creo que hubiéramos sido tan grandes como fuimos en la selección, porque nosotros en la cancha nos conocemos de memoria. Él es más joven, es mucho más chico. Yo tengo 57 y él 49″, concluye.