La Bundesliga del básquetbol, la primera división de este deporte en Alemania, está entre las cinco competencias más importantes de Europa, según una publicación de ESPN. Nunca un chileno ha jugado en un torneo profesional tan importante. Sebastián Herrera, con 21 años y 1,93 metros de altura, se encamina a ser el primero. Este escolta de 92 kilos hoy juega en la segunda categoría del país germano. Fue una de las principales contrataciones del Crailsheim Merlins para esta temporada, luego de estar dos años con el Römerstrom Gladiators Trier, equipo que lo captó a los 19, después de que el chico descollara en un torneo de menores. Y el cambio se notó, porque la nueva escuadra del chileno marcha primera en su división, con ocho triunfos y una derrota, por lo que es candidata número uno a subir al básquetbol de honor alemán. El presente del guardia, por ende, es auspicioso, pensando también en que ha sido titular en todos los partidos, que promedia más de 25 minutos por juego y que en su mejor jornada anotó 21 puntos. Ésta es, justamente, la carta de presentación con la que se une a la selección nacional, que el viernes debuta en las Eliminatorias para el Mundial de China 2019. Herrera y el ala-pívot Sammy Reyes (Tulane University, de la NCAA) son los únicos nominados que militan en el extranjero. Los únicos que han logrado o querido acudir al llamado.
¿Por qué usted sí puede unirse a la Selección, a diferencia de otros jugadores que actúan en el extranjero?
Porque soy el único de afuera que juega en una liga FIBA. Es como en el fútbol y las fechas FIFA. A nosotros se nos da libre para ir a jugar por nuestro país. No es igual que el College, el básquetbol universitario de Estados Unidos. Igual, por jugar por Chile, me voy a perder un partido de mi equipo en Alemania.
Se fue joven a Alemania y ya lleva tres años allá. ¿En este tiempo ha podido sacarse los ripios del basquetbolista chileno?
Me encanta jugar en Alemania. Cada equipo tiene cinco extranjeros, son todos altos. Los alemanes también son grandes. Técnica y tácticamente los equipos son muy fuertes. Es todo muy profesional. Me he logrado adaptar bien y ahora estoy en un equipo que aspira seriamente a subir a la Bundesliga, que es mi gran objetivo.
¿Qué le ofrece al equipo nacional? Juega en el extranjero, pero también es joven al lado de otros seleccionados.
Lo que quiero aportar, principalmente, es energía. No me quiero achicar con nadie. Y por qué no, también liderazgo, aunque sea joven. Ya estuve en el Sudamericano del año pasado y creo que armé una buena relación con jugadores más experimentados, como Erick Carrasco (Valdivia), por ejemplo.
Miguel Ureta, uno de sus técnicos formadores en la UC, dijo en nuestro diario que el jugador chileno no entiende el básquetbol. ¿Concuerda?
No me atrevo a decir que el chileno no entiende el juego. Quizás el problema es que a muchos no les enseñaron, más allá de lo básico. Yo tuve la suerte de tener dos técnicos muy buenos en Chile. Miguel Ureta y Manuel Córdova, que se preocupan mucho del aspecto táctico del juego. Yo, al menos, nunca me sentí bajo en lo táctico, aprendí para no dar jugo.
La gran falencia de jugador chileno es que no defiende. La mayoría no lo hace bien.
Eso sí es verdad. La intensidad en la liga chilena es muy baja. Nos gusta defender poco y hacer muchos goles. La cosa es muy diferente afuera.
¿Sufrió con ese cambio cuando se fue de Chile?
¡Claro! Cuando llegué a Alemania, en mi primer partido, mi rival me llenó de puntos. El técnico de mi equipo anterior, que era muy rígido con la defensa y el rebote, me sentó en la banca por los siguientes partidos. No me hizo jugar un minuto hasta que yo entendiera el concepto de defender. Era flaquito al lado de mis compañeros y tuve que mejorar mi físico también, crecer en fuerza y contextura.
Ahora promedia 1,2 robos por partido.
Sí, me gusta defender. Acá te piden defender a cualquiera, en todas las posiciones.
¿Qué aspiración debe tener la Selección en un grupo con Brasil, Venezuela y Colombia?
Lo primero es llegar a la fase de liga de las Eliminatorias. Para eso tenemos que quedar entre los tres primeros de nuestro grupo. La aspiración mínima es ganarle los dos partidos a Colombia, de visita y de local. Brasil y Venezuela son dos potencias mundiales y contra ellos debemos jugar sin temor, pensando en que cualquier cosa puede pasar.
Clasificar hoy al Mundial suena a locura. Sin embargo, hay una camada de jugadores jóvenes en el extranjero, que abren la ilusión para próximas Eliminatorias.
Hemos tenido suerte. Primero porque hay jugadores altos, en medios competitivos. Chile fue campeón sudamericano Sub 17, yo fui a un premundial Sub 17 y salimos quintos. Hay jugadores en la Primera División del básquetbol universitario de Estados Unidos, que es de las ligas más competitivas del mundo. Jóvenes como Ignacio Arroyo, que está terminando de formarse en Estudiantes de Madrid, un equipazo europeo. Hay que ir paso a paso, subir en el ranking de selecciones primero, ganando todos los partidos que sea posible y ganando experiencia, sobre todo.
¿Se hablará de la generación dorada del básquetbol chileno?
¿Así como en el fútbol? ¿Por qué no? Creo que se está amasando una generación dorada, pero de a poco. Lo primero que debemos hacer cada uno es afirmarnos bien en nuestras respectivas competencias. Ganarnos un puesto, sumar minutos. Si cada uno hace bien su parte, podemos tener una muy buena generación para la selección chilena.
¿Y usted es partidario de nacionalizar jugadores para subir el nivel de la Selección?
Sí, pero hay que ser cuidadosos. Si se va a nacionalizar, que sean jugadores de real aporte. Hay que elegir con pinzas. En España, por ejemplo, buscan jugadores en África, menores de 14 años, para hace rlos jugar por la selección. La FIBA permite eso. Después de los 14, la cosa es distinta.
Me decía que jugar la Bundesliga era su meta inmediata. ¿Y después?
Seguir creciendo, llegar a otras ligas. Me encantaría jugar en España, que es la mejor liga de Europa.