Selknam se queda sin la SLAR. En un partido donde le costó entrar en juego, terminaron cayendo por 24 a 13 ante Peñarol de Uruguay en el Estadio Charrúa de Montevideo. El despertar del segundo tiempo no fue suficiente para darlo vuelta y levantar el trofeo del torneo más importante del continente.
Los primeros minutos fueron un dolor de cabeza para Selknam. Salieron a la cancha y enfrente tuvieron a un equipo que los dominó en todos los aspectos del juego. Apoyados por un estadio repleto, los uruguayos pusieron en problemas al equipo nacional y marcaron la pauta de las acciones. Incontrolables, rápidamente se pusieron en ventaja.
Lo hicieron desde los palos, reafirmando la intuición de que los penales iban a ser una de las claves del partido. Corrían los 4 minutos de juego y Selknam ya perdía. Lo peor es que no solo el resultado era negativo, sino que también el juego que se veía en la cancha.
La presión defensiva de Peñarol ahogaba a la franquicia nacional, quien no encontraba las respuestas ante un equipo que frenaba con dureza las intenciones chilenas. Así llegó el primer try del partido. Francisco Urroz, el goleador de los criollos con 95 puntos, intentó despejar el balón muy cerca de la zona del in-goal, pero fue tackleado por un segunda línea charrúa, dejando la pelota servida para que los locales sumaran puntos.
Y pasaron los minutos y las cosas no cambiaron. Etcheverry anotó otro penal y estiró el marcador a 13-0. El dominio era total, por lo que el segundo try uruguayo no fue una sorpresa. Los de Montevideo aprovecharon un error en la formación nacional para volver a castigar el in-goal chileno. La distancia era amplía y dolía, pero por sobre todo provocaba rabia. Pese a que el rival jugó a un gran nivel, los jugadores de la franquicia santiaguina no podían sobresalir en defensa, su gran fortaleza.
De ahí que el penal convertido por Urroz en el minuto 24 se festejara tanto. Selknam necesitaba anotar, necesitaba acortar distancias, pero por sobre todo volver a sentirse parte del encuentro. El 15, un amuleto a estas alturas, no dudó y convirtió su penal número 22 en el torneo.
Fue un cambio en la lógica del duelo y es que pese al drop que estiró la ventaja uruguaya en el último segundo del primer tiempo, los nacionales lograron ganar presencia en el partido.
Tras el descanso lograron volver más concentrados y más fuertes, logrando incluso recortar distancias vía penal, nuevamente por Francisco Urroz. El amor propio y el peso de los sueños, los hacía meterse en el marcador. Volvió la defensa impenetrable, las formaciones inteligentes y la energía desmedida. Selknam volvía a encontrar su ADN.
Y luchando, consiguieron el try-penal en el 57′. Se tuvieron fe y evitaron los palos, para ir por tierra. Esa intuición tuvo premio y dejó en claro que las cosas habían cambiado. Que ya no había un equipo por sobre el otro, sino que todo estaba nivelado y listo para pelearse hasta el último minuto.
En esos momentos el cansancio en el equipo uruguayo era evidente, tras un primer tiempo en donde lo dieron todo. Selknam en cambio vivía su mejor momento, impulsados por la garra y la adrenalina propia de una final. pero por el tiempo y la situación, el partido se tornó cada vez más cortado. Ni las dos bajas por amarillas de Peñarol fueron suficientes para que los chilenos lograran acercarse a sus rivales. Los nervios también hacían lo suyo, en las tribunas y en la cancha. El ambiente era una caldera y cuando quedaban 13 minutos nadie sabía cómo iba a terminar el encuentro.
Pero el tiempo avanzó lentamente y la distancia nunca se pudo acortar. Para dolor del equipo y de todo el país, Selknam no consiguió igualar las acciones y un penal en contra terminó de definir el partido por 24 a 13. Esos minutos iniciales sin duda darán vuelta por la cabeza de los jugadores, se conversará cuando viajen de vuelta a Chile y cuando se reencuentren con sus familias. Pero aquello no solo será de una forma lastimosa, sino que también como un combustible interno.
El proceso no se corta, sino que continua. Si hace unos años a alguien le hubiese dicho a este grupo que llegarían a una final de la SLAR, muchos quizás lo hubiesen definido como un sueño, no como una realidad. En 2021 fueron semifinales. Ahora en 2022 el partido definitivo. Quizás en 2023 sea el momento de tocar el cielo. Por eso y para eso se levantarán el día de mañana.