Una de las principales alegrías para un entrenador, sino la mayor, es conducir un proceso que termine en un título. Levantar una copa al término de la temporada suele ser considerado como el reflejo de un año de trabajo bien realizado, más allá de las variables fortuitas que involucra la práctica del fútbol. Automáticamente, también, se transforma en el elemento más destacado del currículo de quien lo consigue que, por añadidura, asume que la opción de saltar a un medio más competitivo estará a la mano. Sin embargo, las experiencias más cercanas van en sentido contrario. Ser campeón en Chile no garantiza el éxito para los técnicos y hasta puede transformarse en un karma.
En los últimos seis años, salvo Eduardo Berizzo, quien desde O'Higgins, en el que fue campeón, dio un salto cualitativo al partir al Celta de Vigo, en la Primera División española, hay pocos entrenadores que hayan experimentado progresos reales en su carreras. En el caso del transandino, incluso, el cambio se explica, más que en la vitrina chilena, en sus pergaminos como futbolista de ese club y de la selección de su país y en el antecedente de haber acompañado a Marcelo Bielsa como entrenador ayudante.
Pero el caso del Toto fue la excepción que confirma la regla. En el resto, la progresión no mantiene esa línea. Por el contrario, todo indica que ser campeón en Chile sirve de muy poco. Héctor Tapia, monarca con Colo Colo en el torneo siguiente, no ha logrado consolidar lo que insinuó en el comienzo de su carrera como estratega. Después de salir del Cacique, en Everton alcanzó apenas un 38,46 por ciento de rendimiento, considerados 13 encuentros: cinco en Primera B y los restantes en Primera División. A Macul volvió como interino después de la salida de Pablo Guede, pero tampoco logró encantar y no continuó en el cargo. Partió a Perú para vivir su única experiencia en el exterior: dirigió a Real Garcilaso. Duró tres meses, en los que alcanzó a estar en la banca en ocho partidos.
Al uruguayo Martín Lasarte le correspondió liderar el proceso que llevó a Universidad de Chile a la corona del torneo siguiente. Su ciclo en la banca estudiantil podría considerarse exitoso, pues arrojó como cosecha el Apertura 2014, la Copa Chile y la Supercopa. En diciembre de 2015 dejó el club laico. Los azules habían determinado darle un giro al estilo futbolístico del equipo y retomar la línea que había impulsado Jorge Sampaoli. Negociaron con su exayudante, Sebastián Beccacece, cuando Machete aún no terminaba su gestión. El uruguayo volvió a su país para ser campeón con Nacional. Hasta esta semana dirigió al Al-Ahly, de Egipto, otro destino que puede considerarse exótico y con nula tradición futbolística.
El argentino Dalcio Giovagnoli inscribió su nombre en la historia del fútbol chileno al conducir a Cobresal a su primer título en la máxima categoría del balompié nacional, un antecedente que hubiese bastado para empujarlo hacia un desafío mayor. En mayo de 2015 deja la banca del equipo de El Salvador, aduciendo que continuaría su carrera en el extranjero. En diciembre de ese año, vuelve al club de la Tercera Región para afrontar la Copa Libertadores. Un año después parte del club, reflejando desgaste. Vuelve al fútbol para dirigir a Deportes Temuco y consigue clasificarlo a la Copa Sudamericana, la primera competencia internacional de su historia. Hasta hoy sigue en Chile. Ahora es el técnico de Curicó Unido, al que tiene ubicado en el noveno puesto de la tabla.
Fracasos y petrodólares
El campeón en la temporada 2015, José Luis Sierra, es otro de los que emigró a un destino futbolístico de menor importancia, aunque económicamente mucho más tentador que el chileno. El Coto, quien también ganó la competencia nacional con Unión Española, en el Transición 2013, es el actual técnico del Al Ittihad de Arabia Saudita, un club en el que suma dos períodos y dos títulos. En el intertanto, también dirigió al Al- Ahli Dubai, de Emiratos Árabes Unidos, en la liga árabe del Golfo. Así, además de Chile, solo ha dirigdo en tierras del Medio Oriente.
Mario Salas también emigró al exterior, aunque a una competencia que aún está debajo de la chilena. Después de coronarse como bicampeón en Universidad Católica, partió a Perú para dirigir al Sporting Cristal. El Comandante se adjudicó el torneo Descentralizado de 2018 con los cerveceros. En diciembre de 2018 se transforma en el nuevo entrenador de Colo Colo.
El caso de Guillermo Hoyos también es digno de análisis. Tres caídas consecutivas, entre ellas una en el Superclásico ante Colo Colo y el deshonroso revés por 7-0 ante Cruzeiro en la Copa Libertadores del año pasado le terminaron costándole el puesto al técnico argentino-boliviano, quien logró el título en la temporada de 2017, precisamente después de superar a los albos en la recta final del torneo. El estratega se había destacado, además de la corona criolla, por comparar a los jugadores azules con los astros del Barcelona que ayudó a formar en su paso por las divisiones inferiores del club catalán. El Atlas de Guadalajara fue su siguiente equipo, pero la experiencia fue pésima. "Un vividor disfrazado de técnico", fue el calificativo que recibió de parte de la prensa local antes de dejar el club. Hoy está cesante.
Pablo Guede encabezó el proceso que culminó con Colo Colo como campeón en el torneo de Transición 2017. Su paso por Macul duró un año y medio y terminó después de vencer a Universidad de Chile en el Superclásico. Estaba a ocho puntos de la UC y colista en el grupo que los albos integraban en la Copa Libertadores. La victoria ante los azules terminó siendo apenas un desahogo. El transandino, quien había dirigido a Palestino y San Lorenzo, se hizo cargo del Al-Ahli de Arabia Saudita, donde dirigió a Paulo Díaz. Esta semana firmó como el nuevo entrenador del Morelia, de México, un paso que sí puede interpretarse como un progreso siendo su última experiencia en Medio Oriente. Pero está lejos de ser un trampolín para Europa.
El recuento lo cierra el español Beñat San José quien levantó el último Huemul de Plata con Universidad Católica. Sin embargo, apenas cinco días después de dejar San Carlos de Apoquindo, el vasco ya tenía un nuevo empleo. El europeo también había sido tentado por los petrodólares de Medio Oriente y, en rigor, volvió a un medio que había conocido antes de llegar a Chile: fichó en el Al Nasr, de Emiratos Árabes Unidos. Atrás quedaba un período en que el éxito se fue matizando con la distancia con la dirigencia cruzada. En abril, después de tres meses y diez días sin obtener triunfos, San José fue despedido por el equipo asiático. Ahora trabaja en el KAS Eupen, de la Primera División belga.