La tenista más emblemática del nuevo milenio dice adiós. Una noticia esperada por lo que ha vivido en el último tiempo, pero impactante por lo que su figura significa para el deporte blanco. Serena Williams tiene decidido dejar la actividad y el US Open aparece como la despedida perfecta, cerrando una de las carreras más laureadas en la historia de la actividad.

Y pese a que en la entrevista con Vogue, Serena no da nunca con el titular preciso de “me retiro”, la idea de dejar el tenis está en cada frase que lanza. A lo largo de la extensa conversación abraza, a veces con temor y a veces con certeza, el adiós de forma continua. “Estoy aquí para decirles que me estoy alejando del tenis, hacia otras cosas que son importantes para mí”, es una de las primeras y más directas declaraciones de Williams, quien hace un repaso potente y personal de su momento.

He sido reacia a admitir ante mí misma o ante cualquier otra persona que tengo que dejar de jugar al tenis. ¡La única persona con la que realmente he hablado sobre el tema es mi terapeuta!”, lanza la ganadora de 23 Grand Slams, quien luego admite que la despedida no es un momento de felicidad para ella.

“Una cosa que no voy a hacer es endulzar esto. Sé que mucha gente está emocionada y ansiosa por jubilarse, y realmente desearía sentirme así. Ashleigh Barty era la número uno del mundo cuando dejó el deporte en marzo y creo que realmente se sentía lista para seguir adelante. Caroline Wozniacki, que es una de mis mejores amigas, sintió una sensación de alivio cuando se jubiló en 2020. Siento orgullo por estas personas, pero voy a ser honesta: no hay felicidad en este tema para mí. Es lo más difícil que jamás podría imaginar. Lo odio. Odio tener que estar en esta encrucijada. Estoy desgarrada: no quiero que termine, pero al mismo tiempo estoy lista para lo que sigue”, confiesa la nacida en Compton, California.

Pero Serena dirá adiós como un símbolo del tenis moderno. Durante su carrera, una que comenzó cuando tenía 14 años, logró conquistar 23 títulos de Grand Slam, quedando solo a uno del récord absoluto de Margaert Court, quien eso sí lo logró antes de que se creara la Era Abierta. Gritó campeona siete veces en el Australian Open, tres en Roland Garros, siete en Wimbledon y seis en el US Open. Además logró mantenerse como número uno del mundo durante 319 semanas.

“Nunca quise tener que elegir entre el tenis y una familia, no creo que sea justo. Si fuera un hombre, no estaría escribiendo esto porque estaría jugando y ganando mientras mi esposa hace el trabajo físico de expandir nuestra familia. Tal vez sería más como Tom Brady si tuviera esa oportunidad. No me malinterpreten: amo ser mujer, y amé cada segundo de estar embarazada de Olympia. Yo era una de esas mujeres molestas que adoraban estar embarazadas y estuve trabajando hasta el día en que tuve que presentarme en el hospital, aunque las cosas se complicaron mucho del otro lado. Y casi hice lo imposible: mucha gente no se da cuenta de que estaba embarazada de dos meses cuando gané el Abierto de Australia en 2017. Pero cumplo 41 años este mes, y algo tiene que pasar”, es otra de las declaraciones que rescata la publicación.

Son la edad y el último tiempo en el circuito (no jugó durante el último año y cayó al puesto 1.208 del ranking) los motivos para detenerse. No sin antes darse una última chance de lograr los 24, ese número mágico, pero tan resistido para Serena.

Los medios estadounidenses aclaran que la cuatro veces ganadora del oro olímpico (tres en dobles y uno en singles) jugará su último torneo oficial en el US Open que comienza a fines de agosto. Un cierre perfecto para su historia, ya que el primer grande que conquistó fue precisamente el Abierto de Estados Unidos, en un lejano 1999.

Pero antes de la Gran Manzana habrá acción, ya que Williams actualmente se encuentra disputando el Masters 1000 de Toronto y después pasará por Cicinnati. Todo esto para llegar con ritmo a la cita donde buscará su última celebración.

“Desafortunadamente no estaba lista para ganar Wimbledon este año. Y no sé si estaré lista para ganar Nueva York, pero voy a intentarlo. Y los torneos previos serán divertidos. Sé que hay una fantasía de los fanáticos de que podría haber empatado a Margaret ese día en Londres, luego tal vez batir su récord en Nueva York, y luego en la ceremonia de entrega de trofeos decir: “¡Nos vemos!” Lo entiendo. Es una buena fantasía. Pero no estoy buscando un momento final ceremonial en la cancha. Soy terrible para las despedidas, lo peor del mundo”, lanzó como cierre.

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