Sergio Ramos es, a estas alturas y casi sin discusión, el villano del fútbol mundial. La agresión que perpetró el capitán del Real Madrid en contra de Milan Havel, jugador del Viktoria Plzen, en el partido entre ambas escuadras por la Champions League abre un amplio debate a nivel global respecto de la intencionalidad de la falta y, sobre todo, acerca del historial de víctimas que acumula el zaguero merengue que, entre otros, considera a Humberto Suazo, quien después de una disputa con el defensor termina lastimándose un hombro y llegando en disminuidas condiciones al Mundial de Sudáfrica 2010.

Las opiniones transitan entre la justificación, la exculpación y la condena. Ramos, en todo caso, tiene una postura distinta. Está convencido de que su particular forma de juego explica, en buena parte, la estatura que ha alcanzado en el Madrid y en la selección de España.

"La acción ha sido muy rápida, ha habido contacto pero no hay intención de hacer daño en ningún momento. Espero que se recupere cuando antes", dice. Y refuerza su idea esencial. "Cuando llegas a este nivel y eres capitán de la selección y  del Real Madrid pasan estas cosas. Yo soy como soy, intento aprender de los errores pero ser así me ha llevado a tener estos éxitos. Espero estar aquí mucho a pesar de los quebraderos de cabeza que les damos a alguno", añade.

De la última reflexión nace la convicción de seguir el modelo. "A veces te cohíbes porque sabes la repercusión que puede tener, pero no voy a cambiar la manera mi jugar, ha sido una de las claves de mi éxito. A mi me han pegado entradas duras y no salen en ningún lado", agrega.

"El fútbol es eso, hay que vivir con eso y llevarlo de la mejor manera posible", sostiene más tarde. "Hay gente a la que me gustaría estar en mi situación y que el fútbol te de todo lo que me ha dado a mí. yo tengo que disfrutar de lo que tengo", concluye.