El Seven juega con la vara alta

Diecisiete años pasaron para que el rugby seven de Chile volviera a disputar una Copa del Mundo; en 2001, con Edmundo Olfos, Nicolás Arancibia y Sebastián Pinto, entre otros, se quedó con el Bowl en Mar del Plata.

En 2018 se repitió la historia, con Olfos como coach, pero con un par de matices: el aumento de recursos invertidos en la preparación respecto de 2001 y la especialización que han logrado sus seleccionados.

Aparte de clasificar a la Copa del Mundo San Francisco 2018, donde perdieron estrechamente ante Irlanda y vencieron en otros tres duelos para quedarse con el Bowl, los Cóndores también ganaron los Odesur -lo que implicó fondos frescos y algunos Proddar individuales- y ratificaron el fondo de juego del equipo, elogiado a nivel sudamericano.

El reto, ahora, es consolidar este camino que ya acumula varios años. Y el primer desafío es hoy, en Punta del Este, torneo en que los Cóndores lograron el subcampeonato en 2018. Hubo algunos cambios, pues restan solo siete de los 12 seleccionados respecto del equipo de la pasada edición: Felipe Brangier (capitán), Francisco Urroz, Ignacio Silva, Benjamín Devidts, Julio Blanc, Pedro Verschae y Lucas Westcott.

Las variaciones obedecen a que varios seleccionados están en el extranjero, como Martín Verschae y Franco Velarde (en España) o Marcelo Torrealba (recién integrado a un equipo de EE.UU.). Por el lado positivo, se agrega la presencia de elementos muy jóvenes, como Alfonso Escobar.

"El año pasado llegamos a la final y esperamos repetir los primeros lugares. Ahora se cumplen 30 años del Seven de Punta y sería espectacular quedar inmortalizados como campeones", dice Brangier, quien ya acumula nueve años como seleccionado de reducido.

Luego del paso por Uruguay vendrá el Seven de Viña. La suma del rendimiento en ambos torneos tendrá en juego pasajes a los torneos de la World Series en Vancouver y un cupo en la qualy de Hong Kong (donde se pelea la membresía en el circuito mundial).