Una ventana que permitía el ingreso de la luz, una pequeña cama pegada a la pared y un baño privado, eran las características especiales de la celda que habitó Oscar Pistorius desde el año 2013.
El hombre que se había transformado en una verdadera leyenda del deporte paralímpico, estuvo casi 10 años recluido en una cárcel de Sudáfrica por el asesinato de su novia Reeva Steenkamp y en la jornada de este viernes obtuvo la libertad condicional.
El hecho permitió que se conocieran las condiciones en las que estaba detenido el femicida en la correccional de Atteridgeville. Lugar donde el hacinamiento es habitual y según las crónicas internacionales, la sobrepoblación es tal que hasta 40 reos llegan a compartir un sólo inodoro.
Pero la fama de Pistorius y la deficiencia congénita que padece (hemimelia peronea) lograron que obtuviera mejores condiciones y las fuera mejorando con el tiempo. “Era la única opción viable. Si eres un preso de alto perfil, estás en riesgo: los otros reclusos te pueden tomar de blanco”, aseguró gerente regional de inspección judicial, Murasiet Mentoot, a CNN.
Fue así como al hombre de 37 años se le construyó un apartado especial en el área hospitalaria del recinto penitenciario y logró obtener un pequeño estante para poner libros y lo que envidiaban los otros reclusos: un baño privado, pequeño, pero con las comodidades que nadie más tenía en ese lugar. De hecho, se decía que su espacio era la “suite” de la cárcel, pues además estaba rodeada de un jardín que era cuidado por el otrora deportista.
Claro que todo eso no lo libró de la vida carcelaria y a pocos meses de haber llegado a Atteridgeville, tuvo que pelear con otros reclusos por el uso del teléfono del lugar, aunque su padre declaró todo lo contrario. Según el, Henke Pistorius, su hijo se había convertido en un líder espiritual para los demás presos y una vez a la semana les explicaba las enseñanzas de la Biblia.
En tanto, la familia de la víctima sigue sufriendo la pérdida de su ser querido, pues no olvidan que Reeva Steenkamp recibió cuatro disparos en la madrugada del 14 de febrero de 2013. Por lo mismo, cada año se reúnen en la playa donde esparcieron sus cenizas (Port Elizabeth, Sudáfrica) y recuerdan con cariño cuánto amaba ella esos parajes.