Marcelo Ríos consiguió una gran carrera en el tenis profesional, alcanzando el número uno del ranking ATP. Y durante este camino sumó varias anécdotas que terminaron marcando su paso por el deporte.
Una de estas curiosas situaciones se vivió en el torneo de Stuttgart en 1998 cuando el chileno se enfrentó por los cuartos de final de la competencia al tenista local Boris Becker.
El chileno dando muestras de su talento ya se había quedado con en el primer set por 6-2 y en el segundo, cuando estaba 4-0 arriba, recibió una especial petición de su rival.
“¡Un juego… un juego!”, comenzó señalando. “¡Es mi casa!”, continuó Becker pidiéndole que pudiera quedarse con su servicio. Si bien el punto siguiente fue para el germano, después de que la respuesta de Ríos se quedara en la malla, al final el juego terminó en manos del tenista nacional para quedar 5-0 arriba en el segundo parcial.
Así, con su saque, terminó llevándose el segundo set por 6-0 y el paso a las semifinales después de apenas 45 minutos de competencia
Claro que el camino para Ríos se acabó en la siguiente ronda, pues allí terminó cayendo por 6-1, 6-7 y 6-4 contra el eslovaco Karol Kucera.
En el partido contra Becker las estadísticas reflejaron la superioridad del chileno que alcanzó seis ases contra dos. No cometió doble faltas y tuvo un porcentaje de un 84% de puntos ganados con su primer servicio y un 92% con el segundo.
Concretó cinco de las nueve opciones de quiebre que obtuvo y alcanzó un 71% del total de puntos ganados.
Esta fue la quinta vez que se enfrentaron Ríos y Boris Becker en el circuito, terminando el alemán arriba por 3-2 en el frente a frente. El primer duelo se desarrolló en los octavos de final de Indian Wells con triunfo para el germano tras el retiro del chileno.
El historial quedó empatado en 1996, en Montecarlo, también en los octavos de final por 6-4 y 6-3. Tras ello, llegaron dos victorias consecutivas para Becker. La primera en Wimbledon 1997 (6-2, 6-2, 7-6) y luego en las semifinales de Gstaad (7-4, 7-6).
El último duelo registrado fue el de Stuttgart en el que Ríos arrasó a su rival.