Caso facturas: Silencio, transparencia y decepción
No van de la mano, nunca. Ocultar información o no darla oportunamente es un atentado a la confianza. Una bofetada a la fe pública. Por eso, lo sucedido en los últimos días con la denuncia de este medio en torno a la facturación de gastos hecha para familiares de directivos, pero a nombre de la ANFP, es grave. Primero porque es una práctica absolutamente incorrecta; segundo, porque abre sospechas respecto de las verdaderas intenciones; tercero, porque después de lo vivido en la etapa de Sergio Jadue, la credibilidad dirigencial es absolutamente escasa.
Una pena. Fundamentalmente porque si hay algo que este directorio ha prometido es transparencia. Por eso, el solo hecho ya es muy preocupante, pero lo ocurrido después termina siendo una completa decepción. Las primeras erróneas respuestas, los impresentables balbuceos iniciales, hacen que este asunto roce la indignación.
No es posible que la primera reacción oficial de la ANFP sea decir que esto no sucedía y cuando ya había comprobación de los hechos, señalar que no estaban los comprobantes o no sabían. Supuse que la dubitativa y débil reacción inicial sería corregida en la conferencia de prensa convocada. Creí que Claudio Tessa partiría el acto mostrando de inmediato los comprobantes de los reembolsos, disipando cualquier sospecha o malentendido. No sucedió.
Por el contrario, dijo que estaban molestos por la publicación (insólito), señaló que ya se habían mostrado los documentos requeridos a La Tercera, lo cual era falso, y reconocía cierta desprolijidad, señalando que probablemente la glosa de alguna de las facturas no sea la más feliz. Increíble.
Cuando se está en un cargo de representación y con notoriedad pública, aceptar que a la señora de un dirigente se le facture en calidad de directora, no es algo poco feliz. Es una grave irregularidad que indigna y debe ser corregida y sancionada. Esto hace daño, generando dudas y sospechas. Sobre todo luego de enterarnos de que varios de los pagos de los gastos de los familiares se hicieron conociendo que la investigación de La Tercera ya estaba en marcha. Más si se toma en cuenta que su data, en algunos casos, era de la Copa Centenario. O sea, la deuda estuvo impaga por más de un año y curiosamente se canceló una vez denunciada la irregularidad.
Todo lo anterior enoja y entristece, porque después de lo ocurrido con Jadue y sus cómplices, la llegada de Salah ofrecía garantías de confianza y credibilidad. Éstas se dañan con semejantes desprolijidades y, por lo mismo, es importante subsanarlas ante la opinión pública. Alguien debe dar la cara. Es urgente.
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