La misión de Simone Biles en estos Mundiales de Stuttgart ya están casi cumplidos. Hoy, la estadounidense que busca reescribir la historia de la gimnasia artística se quedó con el oro en el all around, ante un repleto gimnasio que vibró con cada una de sus presentaciones. Cumplió con las expectativas.
Suena frívolo plantearlo así, pero con Biles no se puede esperar algo menor. La triple campeona olímpica en Río 2016 se garantizó el quinto oro mundial en todos los aparatos con un sobresaliente 58.999, quedando a solo uno del máximo ganador histórico, el japonés Kohei Uchimura.
Fue líder de principio a fin. Arrancó la competencia con la mejor nota de la primera rotación en salto, un 15.233. De ahí, nunca más soltó el liderato.
En la segunda rotación, las barras asimétricas, su aparente punto débil, lo superó sin contratiempos. Sumó 14.733 puntos, la tercera mejor nota de la final y avanzó al tercer aparato con un punto de ventaja sobre la belga Nina Derwael, que hizo la mejor nota de asimétricas, con 15.200.
Así, Biles tuvo todo para ella. En la barra de equilibrio, la norteamericana afianzó su liderato asegurándose con un 14.633, lo que permitió llegar al suelo, su prueba fundamental, con la holgura necesaria para soñar con la hazaña. Ahí brilló, aunque no quiso poner en riesgo su clasificación, pues tal como en la final por equipos, no ejecutó el Biles I, que consiste en un doble-doble de salida.
Pero Biles aún tiene mucho que mostrar. En las finales por aparato, la estadounidense confía en superar al bielorruso Vitaly Scherbo, dueño del récord de podios en mundiales: entre 1991 y 1996, el europeo conquistó 23 medallas totales. Biles está a solo dos de superarlo.