El viernes 29 de abril se desó una nueva tormenta en la Universidad de Chile. Los laico cayeron ante Audax Italiano (2-0) y la directiva de Azul Azul decidió ponerle fin al proyecto que encabezaban el gerente deportivo, Luis Roggiero, y el director técnico, Santiago Escobar.
Y si bien estos remezones no son nuevos en el equipo laico, recordando que las tres temporadas anteriores coqueteó con el descenso, se asumió que la estabilidad del equipo seguiría sufriendo golpes en el Centro Deportivo Azul. Sin embargo, una luz de esperanza se encendió, cuando -el pasado sábado- la U enfrentó a La Serena en Santa Laura y consiguió su primer triunfo tras 41 días de fracasos.
Los goles de Cristian Palacios y Ronnie Fernández fueron un bálsamo para el Romántico Viajero, pero también el resultado de un intenso trabajo que realizó el técnico interino Sebastián Miranda. El adiestrador de la cantera estudiantil asumió su actual puesto el pasado lunes 2 de mayo y la primera medida que tomó fue unir al plantel.
Para ello, terminó con la existencia de dos camarines y le permitió a los juveniles que están en el primer equipo que ocuparan el vestuario de los más experimentados. Luego, llamó a Nahuel Luján, Cristóbal Campos y Junior Fernandes para comunicarles que sus castigos estaban caducados y conversó personalmente con ellos, para saber cuál era su postura y decirles que los necesitaba para sacar esto adelante.
Pero esa no fue la única conversación privada que tuvo Miranda con sus dirigidos. También se comunicó con los referentes del plantel y en cada una de las charlas grupales reforzaba la idea de que todos los presentes tenían la calidad y la capacidad de defender esos colores y que no cualquiera se ganaba dicha oportunidad.
“Lo que más les hice entender es la calidad de jugadores que son. Al entrar al camarín, el primer día fue el primer mensaje. Tenemos que recuperar la confianza, porque son grandes jugadores”, reconoció el interino tras la victoria sobre los papayeros.
Pero también fue capaz de apagar el incendio que se desató luego de las amenazas de muerte que recibió la señora de Hernán Galíndez. ¿Cómo? Dialogó con le portero ecuatoriano, se preocupó de que llegara el respaldo del club y lo convenció de que el verdadero fanático de los Leones jamás caería en esos actos delictuales. “Conversé con él y nunca dudó en jugar. Todo lo contrario. El club lo está respaldando en todo. Pongo en duda que sean hinchas de la U. El respaldo que tiene Hernán es tremendo”, reveló el DT.
Claro que las charlas no fueron la única herramienta utilizada. Miranda aumentó la intensidad de los entrenamientos -una medida que los mismos jugadores le pidieron- y permitió los juegos con balón antes y después de las prácticas para distender el ambiente.
Por último, y también lo agradecieron sus pupilos, siempre les dejó claro cómo iba a jugar y quienes serían sus primeros intérpretes, además de mostrar un vasto conocimiento de lo que podría mostrar los granates en su visita al Santa Laura. ¿Una más? Terminó con el entrenamiento de regenaración que Escobar realizaba el día después del partido, para cambiarlo por un día libre. Esto permitió que la plantilla y quienes hacen posible que tengan todos los elementos para realizar su trabajo, pudieran pasar el Día de la Madre con sus familias.
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