A falta del Big Three, el mejor de los mortales se llevó el Masters 1000 de Canadá. Daniil Medvedev hizo valer su sitial como número dos del mundo y se consagró merecidamente en Toronto. En la final superó sin problemas a Reilly Opelka por 6-4 y 6-3.

Llegó al país del norte con un objetivo claro. Quería estar en la final. Comentaba sin problemas a la prensa que su obligación era levantar el trofeo, y es que sin la presencia de los super humanos, su nombre era el más potente del cuadro.

Y a lo largo del torneo, prácticamente no tuvo problemas. Quizás la jornada más ajetreada para Daniil fue en cuartos de final, cuando tuvo que vencer a Hurkacz en tres sets. Luchó de sobremanera, algo que lo dejó crecido para lo que seguía, unas instancias donde su mejor versión apareció.

En semifinales y en la definición tuvo que enfrentarse ante gigantes. En la ronda de los cuatro mejores fue ante Isner y en la final ante Opelka. Dos de los mejores sacadores al hilo. A ambos los dejó inmóviles con sus devoluciones. A John ayer le quebró cuatro veces. Hoy a Reilly, tres.

Fue una final tranquila, sin sobresaltos. Es increíble ver como el ruso se mueve y cambia velocidades en cada punto. Un infierno para los jugadores con recursos muy marcados como Opelka. Sin el saque, era muy poco el daño que podía hacerle al dos del mundo. Daniil dio una exhibición de tenis, ganándose con merecimiento los aplausos de una grada que deliraba cada vez que conectaba passing-shot ante la mirada incrédula de su rival.

Título merecido para Medvedev, quien comienza su viaje al US Open de la mejor manera. Cuarto Masters 1000 para él y justo antes de viajar a Cincinatti, un torneo que ya levantó en 2019. Sin Nole, Rafa y Roger, el que manda en el circuito es Daniil.

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