De los 16 equipos de Primera, siete han cambiado de técnico esta temporada.

Hace pocos días fue despedido Francisco Meneghini, de La Calera, en una medida que no deja de asombrar por el buen fondo de juego que mostraba semana a semana, por estar bien aspectado en su llave de octavos en la Copa Chile frente a la UC y porque bajo su mandato el equipo logró su histórica primera clasificación a un torneo internacional. Su vecino Gustavo Díaz no mostraba los mismos números en la tabla en Everton, pero dejaba una buena impresión en cada uno de sus partidos.  Recordemos que hace pocas fechas mereció ganarle al líder en San Carlos. Está claro que la forma de jugar poco interesa si se obtienen puntos. Ejemplo de ello fue la situación vivida por Fernando Díaz, que aún ganando mostraba muy poco juego. Mientras estuvo arriba, se aferró al cargo; pero bastó que llegaran los malos resultados y fue removido.

Un poco antes había sido sustituido de la U Alfredo Arias, que, a pesar de no jugar del todo mal, arrastró una racha muy negativa. El problema es que su sustituto Hernán Caputto solo ha logrado vencer a Antofagasta y después ha obtenido empates y derrotas sin mostrar ningún cambio en lo futbolístico (con la excepción del clásico universitario, donde mereció mejor suerte). Los otros tres damnificados fueron Gerardo Ameli, de Antofagasta, que después de su gran campaña 2018 no fue capaz de repetir los resultados, con acusaciones de mala relación en la interna del plantel; Nicolás Larcamón, que nunca se pudo afirmar en Huachipato, y Pablo Sánchez, que en Iquique no logró puntos ni buen juego. No sería sorpresivo algún otro cambio en las próximas semanas. Candidatos hay varios. Y pensar que una de las razones para justificar que se volviera a los torneos largos fue la estabilidad en los equipos técnicos y una mejor participación de los clubes en el plano internacional. Promesas que se quedaron en el tiempo.