Es recién su quinto año escalando y las cimas que ha subido son innumerables. Desde las montañas más pequeñas hasta las más altas del mundo. Todas han recibido al osornino Hernán Leal, forjado en el frío mar de Maicolpué y bajo la lluvia eterna.

En 2012, el ingeniero comercial dejó la empresa que fundó para empaparse de Oriente. Viajó a Nepal, donde, tras un encuentro lejano con dos de los ochomiles, las 14 cumbres más altas del planeta, se propuso escalar el monte Kilimanjaro, del que escuchó cuando niño. Luego de hacer la cima de mayor altura de África, elevó el desafío: quería ir por las Siete Cumbres, las más grandes de cada continente.

A Leal no le importó que una parálisis de cuerda vocal derecha lo tenga con el 85% de su capacidad respiratoria. Él estuvo en los techos de África, Europa, América del Norte, Sudamérica, Oceanía, Asia y la Antártica. En esta última completó la hazaña, en enero, en el Macizo Vinson. Arriba de la montaña donde en verano no anochece comenzó su excepcional 2018. Sus ascensos son considerados por la Federación de Andinismo por mantener el espíritu de la montaña, pero de una manera más turística, pues en lo deportivo desde 2000 que no se cuentan las subidas con oxígeno.

No contento con su hito, subió tres de los 14 ochomiles. En mayo hizo el Lhotse (8.516 msnm) y, por segunda vez, el Everest (8.848). En septiembre tocó el Cho Oyu (8.201), donde, en su cima, lanzó su primer libro. Uno que, seguramente, tendrá reediciones, pues la historia de Leal está lejos de llegar a la cumbre.