Su nombre es Dele
Con 22 años, el volante del Tottenham se transformó, detrás de Owen, en el segundo inglés más joven en anotar en un Mundial. Todo tras una terrible historia de superación y abandono por parte de sus padres.
Kane, Pickford, Stones. Y Dele. Maguire, Trippier, Sterling. Y Dele. Welbeck, Rashford, Lingard. Y Dele. Las camisetas de la selección de Inglaterra, como tantas otras, muestran los apellidos de sus jugadores. Menos de uno.
Dele Alli no quiere saber nada con su apellido. Y por eso lo llaman Dele y es su nombre el que está estampado en su camiseta junto al número 20. Él lo pidió así. Por su historia. Por lo mal que lo pasó cuando pequeño. Por el terrible abandono familiar.
Autor del segundo tanto con que el equipo de los Tres Leones superó a Suecia para meterse en la semifinal de Rusia (es el segundo jugador inglés más joven que marca un gol en un Mundial, con 22 años y 87 días; el primero es Michael Owen, con 18 años en Francia 98), el volante y figura del Tottenham tuvo que remar mucho para estar donde está. Y quizás por eso tiene absolutamente bloqueado cualquier cosa que le recuerde a sus padres. Quiere olvidar para siempre que se llama Bamidele Jermaine Alli. Él prefiere simplemente Dele. Así se lo pidió a la federación inglesa.
Pasa que apenas una semana después de haber nacido en Londres, su padre Kehinde lo abandonó. Reapareció ocho años después para llevárselo a Nigeria. Ahí era príncipe de una tribu. Tres años más tarde se mudaron a Houston, Estados Unidos, y tras dos años, el papá otra vez lo abandonó. Lo dejó en la capital inglesa (en el modesto barrio de Milton Keynes) a cargo de su madre Denise, quien tenía otros tres hijos, todos de diferentes padres. La vida de la progenitora giraba en torno al alcoholismo y otras adicciones.
A los 13, la madre de Dele no aguantó más. Y el niño, sin apoyo familiar, pasaba más en peleas y problemas que otra cosa. Así, junto a sus hermanos, fueron dados en adopción. Y desde ahí, la vida del jugador cambió para siempre. Fue, justamente esa decisión, la que lo comenzó a forjar como futbolista. "Tuvo una infancia dura. Los años de formación lo transformaron en un chico que siempre jugó sin miedo", contó una vez Mike Dove, quien lo dirigió en las inferiores del Milton Keynes Dons, un pequeño equipo de la cuarta división inglesa.
A los 13 años, Dele tuvo la suerte de ser acogido por una familia de un amigo del fútbol. Recién a sus 13 años, el talentoso mediocampista conoció el cariño y el calor familiar. Alan y Sally Hickford fueron sus primeros padres. Los que él considera como tal. Con ellos, su camino tuvo un giro esperanzador.
Desde ahí en adelante se pudo dedicar al fútbol sin preocupaciones. Y rápidamente su talento empezó a llamar la atención. No por nada debutó en el profesionalismo con apenas 16 años en la primera ronda de la FA Cup. En su segundo cotejo marcó su primer tanto. Estaba destinado a triunfar. Y de ahí no ha parado de escalar: en 2015 fue fichado por Tottenham, donde fue nominado al Golden Boy. Ese mismo año fue nominado por primera vez a la selección inglesa, donde hoy es uno de los pilares.
Hasta ahí, no había sabido nada de sus padres biológicos. Jamás lo buscaron. La fama, sin embargo, lo cambió todo. Cuando se hizo conocido, sus progenitores trataron de contactarlo, pero él se negó. No olvida lo mal que lo pasó. Y así prefiere mantenerlo. En Rusia va camino a torcer la historia futbolística de Inglaterra, porque con la suya ya lo logró. Su nombre es Dele.
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