Cuando Guillermo Maripán saltó a la cancha en el calentamiento previo sabía que era una de las jornadas más especiales de su carrera. El zaguero no era uno más en el grupo. Miró a las tribunas y los aplausos eran generales. No había una ovación centrada en él ni canticos con su nombre, como si los tenía Claudio Bravo en el pasado. O Gary Medel en su momento. Pero al defensor le daba lo mismo. Era su primera jornada como capitán. Tal como había anticipado El Deportivo, el nombre lo escogió Ricardo Gareca. “Siempre destaca su madurez, lo encuentra un tipo centrado”, apuntaban en la interna. Sus 30 años y siete temporadas en el seleccionado lo llevaron a ser uno de los líderes del plantel.

Después de entonar el himno, los titulares se reunieron en un círculo. Ahí el futbolista del Torino tomó la palabra y sus compañeros lo escucharon. En los 7′, robó una pelota y fue ovacionado por el repleto Estadio Nacional. Pasados los 30′ envió un balón al córner en un cruce que estuvo cerca de ser autogol. Brayan Cortés se acercó a felicitarlo y los hinchas, nuevamente, lo aplaudieron.

Diálogo permanente

A esa altura, en Ñuñoa todo era celebrado como gol. No es para menos, ya que la Roja ganaba desde los dos minutos, cuando Eduardo Vargas superó a Ederson con un certero cabezazo.

En los duelos le estaba costando al formado en la UC. Sus diálogos eran, preferentemente, con Benjamín Kuscevic, con quien se conoce desde su etapa en las divisiones menores en San Carlos de Apoquindo. Aun así, estuvo certero en los cruces y tomó protagonismo en los reclamos. Sacó a Thomas Galdames cuando el árbitro lo amonestó. Sin embargo, no pudo imponerse en el cabezazo de Igor Jesus, que significó el 1-1 en una de las últimas jugadas del primer tiempo.

Maripán ante Igor Jesús (Foto: Reuters)

En los balonazos largos, se mostró más impreciso que en los toques simples. Una tónica para el zaguero, que, de todas formas, contó con la confianza del entrenador. Gareca impartía instrucciones. Sin embargo, Maripán estuvo lejos de ser el blanco de sus recriminaciones, que se centraban mayormente en Galdames, quien sufrió en su sector con los embates de la Canarinha.

En el complemento, cuando la Roja intentó adelantar sus líneas, Maripán era quien repartía instrucciones, haciendo movimientos con las manos y aleonando a sus compañeros. El esfuerzo, en todo caso, no bastó para evitar la decepción al final del encuentro. “No nos preocupamos de lo que dicen afuera. Tenemos que ir y sumar”, dijo después del compromiso, a Chilevisión. También reconoció el trabajo de sus compañeros. “Se puede revertir esta situación, hay que ser positivo. Sabemos que no es fácil, enfrentamos a una de las mejores selecciones y en varios pasajes los hicimos ver mal”, apuntó.