El sueño de Suecia se niega a morir. Desde que eliminó a Italia en el repechaje para llegar a la Copa y luego dejar en el camino sorpresivamente a Alemania en la fase de grupos, parece estar dispuesto a todo. A romper con lo establecido. A ahuyentar para siempre el fantasma de Ibrahimovic, su líder ausente y con quien curiosamente nunca consiguió nada tan importante. Menos llegar tan arriba en un Mundial.
Los pupilos de Jan Anderson ahora derrotaron por la cuenta mínima a Suiza y se instalaron en cuartos de final, donde esperan a Inglaterra. De paso, los nórdicos quieren emular lo hecho en el Mundial de 1994, cuando alcanzaron las semifinales antes de caer en esa instancia con Brasil por la cuenta mínima. Solidez defensiva y mucha efectividad en el arco contrario, son el sello de un seleccionado que tiene el derecho a ilusionarse.
Suecia sorprendió a Suiza en el arranque con una presión alta. Anticipando la predilección del cuadro helvético de salir jugando desde el fondo, los nórdicos salieron a provocar el error a la salida del área. De ese modo se generó dos chances claras de convertir, ambas desperdiciadas por Berg, quien un poco más fino pudo abrir la cuenta temprano. Era el primer aviso de los pupilos de Jan Anderson, que estaban dispuestos a repetir la actuación del pasado miércoles ante México, que les permitió quedarse con el primer lugar de su grupo y eliminar de paso a Alemania.
Suiza tardó en acomodarse, principalmente porque le costaba trasladar de manera pulcra el balón. Entonces, con mediocampistas más para jugar que para dividir, sufría para generar peligro en el área contraria. Mientras a Suecia le costaba menos poner a un hombre de cara al gol, los helvéticos no podían encontrar espacios para hacer daño. Para colmo, tomaban malas decisiones en los últimos metros de la cancha, fallando innumerables centros al borde del área, con tiempo para resolver mejor.
El panorama no cambió mucho en el segundo tiempo. Suiza se estacionó en el campo rival, pero no encontraba el camino al gol. Ya superado el susto inicial, daba la sensación de que la cancha comenzaba a inclinarse irremediablemente hacia el arco de Olsen. Shaqiri y Rodriguez ganaban los duelos por sus franjas, pero seguían fallando en el último pase. Suecia acumulaba hombres en su área para contrarrestar el dominio rival.
Sin embargo, en una de las pocas incursiones ofensivas de Suecia. Forsberg recibió a la entrada del área, sacó un derechazo que en el camino se desvió en Akanji, descolocando al portero Sommer. Cuando menos lo buscaba, quedaba en ventaja. Y aquella mínima diferencia la iba a defender con todos sus hombres prácticamente apostados en su área. Porque los últimos 20 minutos se vivieron en los tobillos del portero Olsen, a esa altura convertido en la gran figura. Como a lo largo de todo el Mundial.
Con los helvéticos sin encontrar el camino del gol, más allá de un agónico cabezazo de Seferovic muy bien contenido por el portero sueco, el equipo de Anderson construyó su nuevo milagro. Ahora, metido entre los ocho mejores, sabe que seguirá siendo mirado con desdén por todos. Pero poco les importan a los nórdicos los estigmas. Desde que dejaron fuera a Italia para llegar a Rusia vienen escuchando estos comentarios. Ellos sólo quieren hablar en la cancha. Y vaya que lo hacen muy bien.